Las Artesanas de caracol de Santa María del Mar en el ocaso del olvido
#SantaMaríadelMar 01 Agosto (#istmopress) – La zozobra, desesperanza y pobreza han sido fieles compañeras de Anastasia López Martínez, indígena y artesana ikoots de Santa María del Mar; desde su patio improvisó un taller de artesanías de cortinas de caracol, único en el Istmo de Tehuantepec.
La mujer teje y teje sus cortinas de caracol después del medio día y hasta que se oculte el sol sin parar, de donde obtiene su único ingreso para vivir porque en las noches no lo puede hacer, esta comunidad indígena lleva 570 días sin energía eléctrica y más de nueve años de no contar con un camino vía terrestre, salen y entran de Santa María del mar por lancha y sin salvavidas.
La falta de luz eléctrica fue provocado por un conflicto de limites territoriales que surgió en el año de 2009 donde se disputan mil 300 hectáreas con el pueblo de San Mateo del Mar, en la cual Anastasia y otras 14 mujeres artesanas han padecido los estragos porque ya no tejen con libertad, ahora interrumpen sus artesanías por las noches sin perder la esperanza de que algún día se solucione.
Al igual la falta de caminos ha sido factor de riesgo para el desplazamiento de las cortinas de caracol, debido a que tienen que transportarlas por la lancha sin tomar en cuenta el peso debido a que llegan alcanzar hasta 4 metros de altura por 2 de ancho.
“Viajamos poco porque existen algunos factores el primero es el viento fuerte que sopla y corremos el riesgo de sufrir algún accidente y morir y lo segundo es lo económico, somos humildes y para viajar gastamos entre 150 y 200 por persona”.
En Santa María del Mar, habitan unos mil habitantes entre adultos y menores de edad, quienes para poder gozar de la luz eléctrica, cada familia coopera 30 pesos cada 20 días para la compra del diesel y poder abastecer la planta que genera la luz eléctrica en la comunidad.
“Solo tres horas de 7 a 10 de la noche o de 6 a 9 de la noche cuando la planta comienza a generar luz eléctrica, tenemos prohibido conectar planchas y lavadoras, solo lámparas, por lo que los estudiantes se apuran para avanzar con sus tareas, no hay de otra, así le hemos hecho durante este año”, expresó.
En Santa María del Mar, por acuerdo de asamblea las mujeres no asisten, solo lo hacen los hombres y son los que tienen la facultad de decidir que acciones realizaran, por lo que también fue un factor para que Anastasia y su grupo de mujeres decidieran emprenderse en algo que ellas mismas construyeron.
El grupo de mujeres artesanas de cortinas de caracol de Santa María del Mar surgió hace unos 20 años, en la cual Anastasia tuvo la visión de organizar a sus amigas y familiares y crear arte con los caracoles para poder obtener un ingreso familiar.
La necesidad de sobrevivir y mejorar su calidad de vida la hizo aventurarse en este arte, del cual no se ha desprendido un solo instante, hace más de dos décadas su esposo se dedicó a extraer los caracoles de la barra de la laguna superior, las cuales vendían en mayoreo con un comprador de origen veracruzano, quién elaboraba cortinas.
“Al ver a mis hijos que crecían también aumentaron mis gastos, por lo que pensé y organice un grupo de mujeres a quienes les comenté que nos arriesgáramos a iniciar el tejido de caracol, algunas creyeron en mi, otras nada más se rieron, y hoy a 15 años de esto comemos, porque aquí solo del mar nos alimentamos, las autoridades nos han abandonado”, sostuvo.
El primer paso de lo que se ha convertido en la forma de vida para estas mujeres indígenas fue obtener un préstamo económico de parte del Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas de Solidaridad (Fonaes), quién desde entonces las ha apoyado para que expongan sus artesanías en diversas entidades de la republica mexicana.
“Entre las 15 que somos y como aval nuestros esposos, Fonaes nos otorgó prestamos para crecer en el negocio y aceptamos, compramos los caracoles, los hilos de burolon (nylon), los bastidores de madera y con nuestra creatividad logramos tapetes de diversas figuras, que van desde delfines hasta “raros” como dinosaurios y todo lo que los clientes deseen”, expresó.
Muchas de las cortinas que realizan han sido expuestos en Acapulco Guerrero, Ciudad de México, en la capital oaxaqueña, el puerto de Veracruz y también en la región del Istmo de Tehuantepec.
Anastasia le llega la nostalgia cuando se le cuestiona sobre los clientes, porque recuerda que antes de que San Mateo del Mar les cerrará el paso por vía terrestre, sus principales clientes, que eran los trabajadores de la refinería “Antonio Dovalí Jaime” de Petróleos Mexicanos ubicada en Salina Cruz, los visitaban constantemente y ellos adquirían muchas cortinas y artesanías de caracol.
La piel morena de sus manos es el fruto de las constantes exposiciones en el sol, en donde junto con su esposo José Martínez, lavan los caracoles crudos que compra a 15 pesos el kilogramo, para después enterrarlos durante un mes bajo la tierra y posteriormente los lava con abundante agua, los deja al sol para secar y finalmente los acumula en sacos de donde poco a poco los va extrayendo para tejer sus artesanías.
Anastasia se levanta a muy temprana hora, pone a cocer su maíz del cual elabora sus tortillas al horno, alrededor de las 12:00 horas, cuando el sol está en medio de la tierra, toma sus agujas y comienza a elaborar sus cortinas, interrumpe su labor para comer y posteriormente retoma la segunda etapa que concluye a las 19:00 horas cuando el sol se aleja.
“No hay otra opción en Santa María del Mar, algunas vecinas venden el camarón que sus esposos extraen de la laguna superior y otras elaboran tortillas, aquí si no trabajamos no comemos, estamos abandonados, algunas se benefician con el programa social de prospera pero no es suficiente, lo que deseamos es la libertad y no la tenemos”, abundó.
Las cortinas oscilan entre 200 y hasta mil 500 pesos, todo depende del tamaño y el diseño, al igual realizan artesanías de aretes, collares y pulseras así como recuerdos como floreros y portalápices, todo elaborado a mano y con los caracoles de mar.
Anastasia sueña por que las futuras generaciones que son las niñas y niños aprendan a sobrevivir mediante las artesanías, por lo que en más de una vez ha compartido su enseñanza en diversas escuelas de Juchitán.
“En el Istmo de Tehuantepec somos las únicas mujeres que realizamos este arte con el caracol, realizamos diseños únicos, ninguno es igual, cambiamos los colores de los caracoles, les ponemos blanco, amarillo, negro y verde, el cliente decide la forma y nosotros le damos el toque final”, relató.
Los ikotjs de Santa María del Mar aun no les cuesta aceptar que no tienen luz eléctrica, sus días son iguales a sus noches, aseguran, son oscuras porque a pesar de que trabajan y obtienen algún recurso se sienten abandonados, discriminados y desplazados.
*Les donan paneles solares incompletos
El agente municipal de Santa María del Mar, Alberto Ruiz Martínez describió que el sentir de su gente, sus hombres y mujeres es de abandono, discriminación y pobreza de parte de los tres niveles de gobierno.
Dijo que a mediados del mes de junio, el presidente municipal de Juchitán, Saúl Vicente los visitó con la buena nueva de unos paneles solares que a un mes y medio se encuentran sin instalarse debido a que fueron entregados incompletos.
“Aquí vivimos unas 300 familias, pero solo llegaron 150 paneles, de los cuales no tienen lámparas y por lo consiguiente no han podido instalarse, será la asamblea del pueblo quién decidirá que familias los recibirán, es decir 150 se quedaran sin luz como ha ocurrido desde hace 18 meses”, indicó.
Dijo que es un problema serio y social no tener luz eléctrica, porque los productos no duran y se descomponen rápidamente, hace un año la Comisión Federal de Electricidad se comprometió a rehabilitar pero hasta la fecha solo han sido promesas.
Agregó también que desde hace cinco meses no reciben el apoyo mensual que otorga el ayuntamiento municipal, que son 10 mil pesos y que se utilizan para pago de nomina y mantenimiento de la agencia municipal.
“De los paneles solo nos entregaron placas, invasores, controladores y kit de materiales pero no luminarias, por lo que los paneles están en la bodega esperando que se cumpla con el apoyo, nos dicen que a fin de mes, pero no han llegado a la comunidad, esto es desesperante”, expresó.
En esta comunidad, aparte del tema de la luz eléctrica, tampoco tienen agua potable, solo a través de pozos que algunas familias construyeron por la necesidad del vital liquido, sus calles lucen desoladas, solo dos están pavimentadas pero sin drenaje.
En el centro de salud y las escuelas el servicio es de media calidad, los maestros y médicos no llegan cuando el viento sopla fuerte porque se suspende todo servicio de lancha.
Diana Manzo/Especiales