Nueva prosa / Daniel Aguilar
Quiero seducirte con mis murmullos mentales,
en la memoria lírica de un sueño pueril
hay un silencio elevado y la concepción firme
por llegar a ser la cumbre de un día hostil.
Posterguemos el dolor que nos consume,
mientras todos presencian un cuerpo inútil e inmóvil.
todavía hay estupor que debe refugiarse,
con mi cobija sombría de amor ardiente.
No pretendo ser esclavo de las palabras
el oleaje de mi imaginación taciturna
ya anticipaba un silencio elevado y
bloqueaba la cortina de mis párpados.
No respetar las reglas por sufrir de depresión
cálida respuesta para aquellos que toleran el delirio,
¿será más simple el acertijo de quienes abracen la paranoia,
ó para los que reinan en continua ofuscación?.
Muero por ser espía de la luminosa tierra
cabalgando sobre imágenes inverosímiles
de la misma forma en que los principios tenues
buscan al ermitaño que bendiga la nueva era.
Solía pensar en una rebanada de luna menguante
para integrarla a mis piruetas moribundas
¿qué experimentos esconde la radiante gente?
por seguir catalogando mi ciencia ilusoria.
Preséntame al artista de todos los sueños
armonizaré su goce con mi jovialidad azteca,
antes de que los escépticos hayan vuelto
daré mi vida por expandirlo como tinta fresca.
En el juego de las líneas y proporciones
Soy partidario del mito del eterno retorno.
No se retrocede ante las consecuencias
como lo apresuran los ejemplos ancestrales
El pesimismo actúa como un paradisíaco
presentimiento de una desigualdad establecida,
consume y suspende mi contemplación, por tanto,
cubiertas por un velo están mis lejanías.
El mar abierto sustrae sus resonantes sonidos
en tiempos de soledad, demencia y putrefacción.
los coros alabados e inéditos de la naturaleza
proveen nostalgia por una pérdida insustituible.
¿Defiende el héroe con argumentos sus victorias?
las victorias súbitas no se miden por placeres
indiscutible traspasar un círculo a la inversa
como rendir y profesar con aliados infelices.
En mi mesa la incertidumbre está servida
último condimento fresco en mi hornacina
un menú clásico y sencillo para la vigilia
hervida y preparada con agua de tulipán
*Daniel Aguilar / 33 años / Redactor en la Jornada/ licenciado en comunicación y periodismo en la UNAM