Casa El Ocote
Por Jorge Magariño (#istmopress)
La apertura de una instalación del artista visual juchiteco Sabino Guisu es el espléndido escenario para la reinauguración del espacio cultural Casa El Ocote, en Juchitán.
Luego de una serie de reformas a la construcción original, reformas que buscan ofrecer mejores condiciones para las actividades que se desarrollarán en los años por venir, la Casa reabrió sus puertas el pasado 30 de octubre, con una original fiesta: la muerte, escenificada en la planta alta, con la obra de Sabino Guisu, y la enorme vida insuflada por más de cien jóvenes, de entre quince y veinticinco años, quienes con su vitalidad llenaron el ambiente ocotero, festejando así la obra de arte y el reverdecer de este espacio, que se suma a la oferta generada en los últimos cinco años en esta tierra.
Impulsada por el buen ánimo de Heinz Schaub, pediatra suizo de sesenta y un años de edad, y por la energía de un grupo de jóvenes encabezados por los artistas plásticos Michel Pineda y Rodrigo Vásquez, la Casa busca ofrecer actividades desde diversas disciplinas, no sólo exposiciones o recitales, también talleres, como el de zapoteco que se impartirá a partir del próximo nueve de este mes. O el de “gráfica para jóvenes”, que se realizará del 19 al 21 de este noviembre.
Con la melena revuelta, la camisa de franela abierta y una sonrisa imperdible, Michel explica que también cuentan con un estudio de grabación abierto para tod@s l@s que deseen hacer uso de él, por supuesto, con un proyecto definido. Abre las puertas de una pequeña biblioteca, con muebles para la lectura cómoda, y agrega: en breve aumentaremos el acervo, aunque, por supuesto, esperamos donaciones.
Mientras Rodrigo baja y sube, atendiendo los últimos detalles para la inauguración, y Heinz camina con absoluta calma, Michel –que aborda la literatura, entre otros haceres creativos- cuenta feliz:
“El veintiuno de noviembre vamos a presentar el Proyecto Nómada, y con ello festejaremos asimismo el séptimo aniversario de nuestro colectivo Bicuyu’ba’. Con Nómada estamos convirtiendo un mototaxi en un espacio cultural ambulante; ahí tendremos lo necesario para dar talleres de gráfica, montaremos una breve biblioteca y pondremos un proyector para dar funciones de cine, por las diversas colonias de nuestra ciudad”.
(Y uno se imagina a Juchitán, corporeizado, brincando de gusto ante esta novedad, palmeándose las nalgas de felicidad, como reza el dicho juchiteco.)
A lo largo y ancho del patio de entrada, muchachos y muchachas (además de cinco o seis personas ya con más de medio siglo a cuestas), con cabellera de diversa longitud y una larga vida por delante, se saludan, se encuentran (que es como decir: acompasan miradas y corazones) y se les mira felices de participar en un acto que mucho tiene de juventud y esperanza.
Viendo esta felicidad que inunda el ambiente, uno recuerda que en Juchitán existen otros lugares que incrementan la oferta, como el Foro ecológico, el Bar jardín, la Galería espacio abierto, el Espacio G, el Centro cultural Herón Ríos, la Casa de la cultura, el Hotel Xcaanda’. Lugares que nos recuerdan la enorme riqueza que tiene este pueblo zapoteca, pero que también nos traen a la memoria la necesidad de emprender una tarea ignorada hasta ahora: la formación de públicos.
Cierto. Resulta importante generar actividades de diverso orden, desde diferentes rumbos de la ciudad (¿y las agencias municipales?), sin embargo es de igual relevancia ofrecer a la población, de todas las edades, la posibilidad de participar en talleres, acciones, que les induzcan a apreciar de mejor manera, con espíritu crítico –incluso-, para demandar a su vez una mayor calidad en lo que se ve o se escucha.
Pero entre tanto, festejemos con Casa el Ocote, con l@s jóvenes, este nuevo reino del espíritu. Digamos ¡salud! con las aguas repartidas esta noche (además de las caguamas metidas no muy de contrabando), con las botanas, con la banda filarmónica juvenil entonando un son juchiteco, con los jaraneros venidos de sotavento, con las calaveras que deambulan muy catrinas por los pasillos, con la felicidad a flor de piel.
Porque de eso se trata, de elevar el alma junto a los compañeros y compañeras de Casa El Ocote, ubicada allá por la Segunda sección, en Abasolo sesenta. En la segunda sección de esta muy noble y dolorida ciudad de Juchitán.