Fui la 309 en un penal, conozcan mi historia porque así es México: Sara Altamirano, ex presa política
#Juchitán 10 enero (#istmopress).- Hace 14 días que la activista oaxaqueña Sara Altamirano Ramos recuperó su libertad después de 5 años y 8 meses de vivir en prisión acusada de secuestro de los sobrinos del empresario oaxaqueño Gerardo Gutiérrez Candiani, nunca pensó dejar aquellas paredes frías de su celda en el penal de alta seguridad de Morelos, y hoy que goza de su libertad recuerda que así es México, un país donde para callar las voces te encarcelan, te quitan tu nombre y te llaman por un número, el de ella fue el 309.
Sara ahora que está libre, asimila como vivió su detención aquella tarde del 17 de mayo del 2013 en la ciudad de Oaxaca cuando acudió a realizar un tramite para su registro como aspirante a la alcaldía de su municipio, Jalapa del Marqués y finalmente todo se esfumó por que la encarcelaron por orden de un juez federal.
Su proyecto de vida quedó truncado ese 17 de mayo, tenía un negocio de rosticería de pollos y soñaba con convertirse en presidenta municipal porque había ganado el proceso interno y seguramente ganaría la alcaldía de Jalapa del Marqués porque era muy querida por su gente.
Tenía 44 años cuando la detuvieron, estudió una carrera técnica como secretaria el cual desempeñó por dos años, posteriormente se dedicó a la venta de mojarras en la población de Salina Cruz, después regresó a su localidad y estableció un negocio de pollo fresco. En el 2010 decidió migrar a Estados Unidos e ingresó como migrante, solo estuvo dos años, lo que le permitió impulsar su negocio de rosticería de pollos.
El 28 de diciembre el día de los inocentes, Sara recibió la noticia que salía libre, dice que no lo podía creer, pensaba que era una “broma”, pero fue verdad, ahora lo que busca es “vivir la vida” y revalorar su persona y su nombre que durante mucho tiempo se violentó acusándola de líder de una banda de secuestradores donde también lo integraban profesores de la sección 22, entre ellos su cuñado Lauro Atilano Grijalva.
Con 50 años de edad, Sara lo único que quiere es “comerse al mundo”, disfrutar a su nieta que apenas conoció, abrazar a su único hijo y a sus padres, descansar en el patio de su casa que tanto añoró en los años que estuvo encarcelada y que finalmente se comprobó que era “inocente” de toda culpa, que ella y los profesores de la sección 22 nunca secuestraron a los niños y tampoco tenían una banda delictiva.
La voz de Sara es suave, temerosa aunque a veces sonríe y en otras responde muy pensativa, no quisiera recordar las vivencias que tuvo en prisión porque dice que le calan el alma. “Fue muy doloroso, y para una mujer es doble”.
Una vez detenida fue llevada al penal de alta seguridad de Tepic Nayarit en donde pasó 2 años y medio de su vida, en ese centro de readaptación social por ser mixto vivió encerrada en su celda, las actividades eran mínimas, todo fue muy restringido y castigado y comenzó a padecer depresión.
“Ahora entiendo que es parte de la terapia todo lo que nos hacen al momento de la detención, me golpearon y torturaron, con palabras altisonantes me decían que yo era secuestradora y delincuente y eso lo hacen para que cuando una este frente a la cámara y nos pregunten “Qué delitos trae señora”… Respondamos así, fue muy duro, de verdad que una detención es algo muy fuerte”.
Su familia nunca la dejó sola, sus padres y su hijo la visitaban constantemente, Sara era la que los mantenía y fue muy duro para ellos verla encarcelada, el gasto de los pasajes y traslado no importó, pues la comunidad de Jalapa del Marqués se ubica a casi 12 horas de la ciudad de México más el traslado primero a Nayarit después a Morelos en donde pasó los últimos 3 años y 2 meses.
Sara tiene muy presente el número con el cual la identificaron el “309” sus ojos lloran cada vez que lo pronuncia porque no concibe como en un país una vez que vives un proceso de encarcelamiento pierdes toda identidad, es decir pierdes tu nombre y comienzas a vivir un mundo de números, en el cual nunca pensó salir.
Ahora toca la reconstrucción
El 30 de diciembre llegó a su casa, en el acceso principal de Jalapa del Marqués fue recibida con música y flores, Sara está agradecida con los suyos y con el magisterio oaxaqueño de la sección 22 de la CNTE, también con las organizaciones sociales y con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
A diario recibe visitas de familiares y amigos, por ahora prefiere descansar, abrazar los arboles, disfrutar de su hamaca y comer los platillos típicos de su región.
Sara aun siente las miradas de la gente que la señala y aun no cree que sea inocente, sabe que la reconstrucción no será fácil, pues dice que por el delito que la acusaron fue presentada en cadena nacional como una mujer delincuente y tardará aun algunos años en que pueda limpiar su nombre.
Buscará apoyo sicológico para la reconstrucción de su alma que aun vive un duelo, porque 5 años y 8 meses de su vida la pasó encerrada y pensando “en que hizo mal” para “merecer esto”.
Ahora todo su tiempo se lo dedica a su familia, los abraza y los mima, confiesa que poco a poco se irá adaptando. Sara ama las tradiciones de su pueblo, baila sones regionales y usa enaguas y huipiles, de la política ahora no quiere saber nada, lo único que desea es dormir y despertar en su casa, ver que todo es realidad y no un sueño.
“Solo quiero comprobar que esta pesadilla de 5 años y 8 meses ya acabó, quiero estar en mi casa y abrazar a mis arboles, sentarme en las noches a platicar con mis vecinas y recordar anécdotas, quiero vivir libre y segura”.
Diana Manzo / Agencia de Noticias Istmopress