Alfareros zapotecas de Oaxaca reinventan producción para subsistir ante caída de ventas
*La moda de la Jardinería impidió el cierre de los talleres familiares
#Ixtaltepec 8 Oct (#Istmopress) – Antes de la pandemia, los alfareros elaboraban ollas y piezas de barro para fiestas y eventos sociales, pero todo se canceló y para subsistir han renovado su producción, y ahora elaboran artículos para la jardinería, es la nueva normalidad que viven los talleres familiares en Ixtaltepec, Oaxaca.
Sentado en su butaca de madera Ismael Enríquez, alfarero zapoteca de 80 años de edad, elabora más de una docena de ollas de barro al día en el “Taller de alfarería de Chela”, las ventas cayeron en 90 por ciento por la contingencia sanitaria, sin embargo, la producción no se detiene y confían en que próximamente se recupere.
Ixtaltepec, es una localidad ubicada en el istmo de Tehuantepec donde existen un aproximado de 60 talleres familiares de alfarería, en este lugar viven unas 100 mujeres y hombres que se dedican a este oficio artesanal.
Graciela García Santiago nació y creció manipulando barro, sus padres fundaron el “Taller de alfarería Chela”, y ahora es la dueña y la encargada de mantener vivo este oficio artesanal.
Ella junto con su marido José Antonio Cabrera Jiménez, son también artesanos y se encargan de que la producción no se detenga a pesar de que los pedidos en su mayoría sean para ollas de jardinería, especialmente de suculentas, cactus y tulipanes, que ha sido la demanda principal en los últimos meses.
Para elaborar una pieza de alfarería, el proceso es extenso y laborioso, el barro lo adquieren de los cerros de la localidad de Chihuitán, Oaxaca, aproximadamente a 40 minutos de Ixtaltepec, posteriormente se tritura y se prepara con arena, se deja reposar durante un día y después con un torno de madera comienzan a elaborarse las piezas, hay algunas que tardan hasta dos días, especialmente las enormes ollas; después se introduce a un horno de leña a altas temperaturas y finalmente lleva un proceso de diseño en caso de ser necesario o conforme a las necesidades del cliente.
Graciela para salvar su taller, tuvo que endeudarse solicitando créditos que paga diariamente y tampoco es beneficiaria de ningún apoyo gubernamental, todo es por cuenta propia.
“Aquí no paramos, todos los días se trabaja, entonces por eso tuve que solicitar créditos, llevo tres en lo que va de estos siete meses de pandemia, sólo así he podido mantener este espacio que mis padres me heredaron y que no pienso dejar morir, porque imagínate, resistimos a un sismo, a un terremoto de 8.2 grados y ahora también saldremos de esta pandemia”.
Salvar su taller familiar es su principal reto ante esta crisis que ha dejado la pandemia, y aunque sus ventas han sido a cuentagotas, no lo cerrará, al contrario, ha tenido que renovar para subsistir.
“Aquí hacemos ollas inclusive para velas, tenemos una clienta que así nos lo pide, hemos tenido que reinventar las formas de nuestros artículos, pero todo se vale, porque lo que menos queremos es cerrar, eso ni siquiera ha pasado por mi mente, porque mucha gente depende de este oficio, por ejemplo, aquí trabaja un artesano que tiene más de 80 años si lo cierro, se queda sin trabajo”.
En la misma situación vive Álvaro Cabrera Santiago, él y su esposa Luisa son dueños de la “Alfarería Álvaro”, sus ventas también han sido bajas, antes vendía 10 piezas de barro al día y ahora apenas y vende una.
Las ollas que elabora ya no son para el tradicional estofado (platillo típico de Ixtaltepec), sino para lirios acuáticos, y también ollas para jardinería.
“La jardinería nos ha salvado, con la pandemia tuvo un auge importante y ahora nos piden ollas de todos los tamaños y formas, nos traen los modelos y se los elaboramos, para bodas y fiestas sociales todo se canceló, pero no podemos cerrar, porque muchos alfareros dependen de nosotros y aquí seguimos manteniéndonos, no nos queda de otra”.
Los alfareros también han tenido que duplicar sus oficios, unos por la mañana elaboran ollas y por la tarde van al campo o son albañiles, tal es el caso de Alcides Santos, quien combina ambos oficios para poder llevar el sustento a casa.
“Al cancelarse los pedidos, el trabajo disminuyó, pero las necesidades aumentaron, entonces ahora duplicamos los oficios, por la mañana hago ollas de barro, y por la tarde la albañilería, o viceversa, pero no podemos dejar sin llevar el ingreso familiar”.
Los días pasan, han sido más siete meses desde que comenzó la emergencia sanitaria, y en el “Barrio Cantaritos”, donde se ubican ambos talleres familiares y otra decena más, pareciera no ocurrir nada, sin embargo, las familias han tenido que adaptarse a esta nueva normalidad, algunas trabajan diariamente y otras solo dos veces por semana, la producción no se detiene, al contrario resiste para seguir preservando este oficio tradicional zapoteca.
Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress