Los binnizá conocedores de los ciclos de la tierra.
Nuestros primeros zapotecas los binnigula’sa’, eran sedentarios y adoraban un panteón de símbolos encabezado por Cocijo dios de la lluvia, representaba también la fertilidad, y combinaba los símbolos de la tierra como jaguar y el del cielo que era una serpiente.
Los zapotecas actuales se autodenominan binnizá, “provenientes de las rocas, la arena y las nubes”, nuestros ancestros sabían que nacieron directamente de los robles, así como se sabían hijos legítimos de los dioses de los tres símbolos mencionados, como el hacerse llamar hijos de las nubes binnizá, o be’neza/gente de roble.
Su relación con la tierra se aprecia en “Tierra generalmente yòo” registrado en Juan de Córdova 1578, yoo en la actualidad, es casa, tierra por toda la tierra donde vivimos / layòo, quèchelào yòo, y tierra patria de cada uno Làachea, hualàache, huàlaya. Se puede deducir que yòo, yoo casa, o yú tierra, también decimos tierra donde vivimos guidxilayú/ quèchelào yòo.
Lejos queda el término “madre tierra”, tan socorrida por los ambientalistas, la preocupación del zapoteca está en los astros como lo es el ciclo lunar con la fertilidad de la mujer y la tierra, que la hace parir. La preocupación del sistema económica ha desarrollado eufemismos para celebrar el día de la tierra, desde el año 1970. Y suceden cumbres, acuerdos y compromisos para detener el deterioro de todos los recursos de la tierra. Que termina en letra muerta.
Los zapotecas nunca debimos desprendernos de nuestros saberes, pudimos decirle a todo el mundo que la tierra es nuestro ciclo de vida, que volvemos a ella, así como resurgimos de la misma. Sin una visión romántica, sino llena de certidumbres.
Se tenía conocimiento de calendarios para nombrarnos y vivir el mundo, en el pensamiento zapoteca tenemos “el guenda”, como resultado de los tiempos, todos los seres, todas las cosas, el universo. “el pensamiento zapoteca acerca del guenda puede considerarse como un todo unitario y absoluto en el cual se encuentran las cosas como partes” así guenda es madre de todas las cosas.
Podemos volver a mirar, mirarnos desde este pensamiento que engendra palabras para decirnos en el mundo, que podemos hacer frente a todos las adversidades que el capital destruye, deforma y desaparece.
Cada vez que se piensa en aprovechar los recursos de manera universal, se pierde la esperanza de hallar de vuelta el camino que nuestros ancestros trazaron, para conocer el mundo y vivir en armonía con los ciclos naturales.
Estar en el mundo actual, representa un desafío que amenaza nuestras formas de pensar en gozaana, cozaana o guxana, la que engendra, la parturienta, la que da vida, a la tierra.
A todo lo que existe, desde el ciclo natural, de cómo es y eran las tierras del istmo, tan muy apreciadas hoy por el capital.
Ahora más que nunca nos vemos amenazados, despojados de nuestros saberes, de nuestra relación con el guidxilayú. Sabemos que, ya no nos alcanza este milenario saber y sentir para frenar, acabar y terminar con el fin depredador de los sistemas económicos mundiales. Sin embargo, tenemos mucha alegría por vivir, resurgir en cada ciclo que la tierra nos da.
Víctor Fuentes