El exilio salvó mi vida: Regina, la primera mujer trans legalizada de Colima
*Regina Zoé Magallón, mujer trans y activista mexicana padeció un ataque feminicida en Colima, del que se salvó de milagro.
*A lo largo de su vida ha enfrentado la homofobia, aún incluso en su hogar; y el intento de feminicidio se da cuando decidió incursionar en la política.
*Desde el año 2005, el 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, conmemorando la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Paulina RÍOS
Barcelona, España.- Han pasado poco más de 20 meses desde que Regina Zoé Magallón, mujer trans, resurgió cual Ave Fénix de las cenizas y volvió a la vida tras un artero ataque que le destrozó el cuerpo y también el alma.
Regina nació biológicamente como hombre el 22 de julio de 1988 en el municipio de Tecomán, Colima, un estado ubicado en la región central de México, sobre la costa oeste, “en el seno de una familia machista y de creencias religiosas muy arraigadas”, señala.
En entrevista vía Zoom, Regina dice que desde que tenía uso de razón -a sus cuatro años-, se “sentía diferente, que había nacido con un cuerpo equivocado” y que su mayor sueño era ser mujer, por lo que buscaba ponerse los vestidos de su madre, lo que enfurecía a su padre quien le obligaba “a vestirse de niño”.
Su mayor y prácticamente único apoyo era su madre.
“Yo le decía a mi mamá que tenía una parte íntima que no sentía como mía, que no me gustaba. Mi madre siempre me explicaba: cuando Dios me estaba creando le hablaron por teléfono, se equivocó y me puso algo que no tenía qué tener”, relata Regina en referencia a su pene.
Eran ideas o creencias de mi mamá que tal vez me lo decía para que yo no me sintiera mal, añade.
Mi sueño era siempre ser mujer, un sueño como de fantasía y me decía: Me voy lejos de mi pueblo y regreso siendo ya toda una mujer, pero esos tipos de sueños no se pueden lograr, tienes que sufrir para lograrlos.
Con una infancia y adolescencia llena de agresiones por su preferencia sexual, un día Regina decide romper con todo atavismo social que le impedía ser ella misma; incluida su familia, y afirma que para la paterna “soy la vergüenza de la familia”.
“El 5 de mayo de 2011 (23 años) decido salir a la luz pública, ya como Regina. Antes me vestía de mujer y utilizaba otros nombres artísticos, pero ese día ya tomé mi nombre, aún sin tener la identidad”, dice al referirse al inicio de la toma de hormonas femeninas.
Antes de hacer mi cambio oficial de identidad, muchísima gente me hablaba, pero al momento de hacerlo fue como una bomba y solo dos o tres personas se quedaron a mi lado apoyando mi transición, porque a muchas personas les daba vergüenza que una mujer trans les saludara.
Desde que toma la decisión de ser mujer, de ser Regina en la sociedad, sin proponérselo inicia también la lucha por el respeto de los derechos de las personas de la comunidad LGBTI, pero específicamente con las mujeres trans y las impulsa para que “sean ellas mismas” y tengan su reconocimiento oficial, porque estas mujeres son las más vulneradas e, incluso, asesinadas.
Dejando huella para la mujer trans
Regina es la primera mujer en Colima que logra el reconocimiento oficial al cambiar su identidad sexual de forma oficial y además logra que su nueva acta de nacimiento y en las de las demás personas que lo hagan, no aparezca una nota marginal en la que pueda identificarse el nombre con el que fue registrado la primera vez, porque es un delito en que incurrían.
Ella tuvo que hacer todo ese trámite en la Ciudad de México porque era el único lugar donde estaba aprobado y apoyada por una asociación civil Regina fue de las 600 primeras mujeres trans reconocidas oficialmente.
De ese momento resalta que muchas mujeres trans mexicanas vinieron del extranjero para lograr su reconocimiento, pues ante la discriminación que habían enfrentado en su país habían decidido irse.
Aunada a la discriminación y rechazo que ha padecido a lo largo de su vida, Regina ha tenido amores y desamores donde en algunos casos ha enfrentado violencia intrafamiliar; al final prefirió terminar esas relaciones y seguir enfocándose en la lucha por los derechos humanos, sin perder la esperanza de encontrar un buen amor.
Conociendo en carne propia la discriminación también en el sector salud, enseñó a su comunidad a exigir respeto ante el personal médico para su atención y difundió el protocolo correspondiente, pues se percató que muchas mujeres trans pagaron con su vida la desatención médica o su miedo a acudir al servicio público y solas se auto-recetaban o recomendaban hormonas baratas.
De buscar a personas a ser víctima
En otro momento de su vida, en el 2019, uno de sus sobrinos fue “levantado” y entonces se avoca a su búsqueda uniéndose a madres y familiares de personas desaparecidas. Tiempo después forma una asociación para seguir apoyando esta lucha. Lograron encontrar 60 cuerpos.
A la par, decide incursionar en la vida política de Colima; sin embargo, no alcanzó su objetivo.
El 3 de septiembre de 2020 es una fecha que -literalmente- quedó marcada para siempre en Regina. Sufre un “levantón”.
Con engaños es sacada de su casa y a punta de pistola la suben a un coche en el que además de ella están cuatro personas más, dos hombres y dos mujeres, jóvenes, de no más de 25 años de edad.
Ahora cae en cuenta que la habían estado siguiendo días antes de esa fecha sin percatarse entonces, a pesar de que ya había recibido amenazas que considera fueron por su búsqueda de personas desaparecidas.
Me decían: te vas a ir al infierno, pero cuando estás en la búsqueda de personas no tienes tiempo para ti, comenta.
El grupo de jóvenes que la secuestró iba drogándose. La humillaron y la empezaron a golpear en el coche mientras se dirigían hacia un paraje solitario, conocido porque ahí iban a “botar cuerpos”.
Tras bajarla del vehículo siguieron insultándola, golpeándola, la apedrearon y luego la atacaron con mayor violencia. Le dieron machetazos en la cabeza, en la cara, los brazos, las piernas, querían cortarla toda, como pudo intentaba defenderse o al menos oponer resistencia, pero solo pudo poner los brazos.
La vida pendiendo de un hilo
“Es un momento en que se te va la vida. Pensé: Ahí quedo, mi vida se va a acabar. Y mientras me desvanecía, vi a mi mamá y a mi papá venir hacia mí (habían fallecido años antes), y entonces sientes que te vas a morir”, recuerda apesumbrada.
Avanza en sus dolorosos recuerdos. “Me salían cuajarones de sangre de la nariz. Mi mamá me dio un toque en el corazón, yo le dije: ya mamá, llévame, ya estoy cansada, y ella me respondió ‘todavía no es tu momento´”. Todo empezó como a las 16:30 horas de ese día.
Tras desvanecerse, sus captores se retiran del lugar y la dejan abandonada creyendo que había muerto. No sabe cuánto tiempo pasó hasta que volvió en sí y sacando fuerzas se mueve y se aferra a un matorral, trataba de buscar un barranco para aventarse y que no la encontraran, por si sus agresores estaban cerca y volvían.
Cuando se percata de que está sola, con mucho esfuerzo y desangrándose logra cruzar el río y avanzar hasta la carretera por donde se entra al solitario paraje, donde ya no puede más y queda tirada ahí. Se da cuenta de que llevaba colgando dos de sus dedos, que el brazo no lo podía mover y que tenía otra herida profunda en la rodilla y la nariz fracturada.
Pasan dos chicos en moto a quienes les pide ayuda, pero se van, espantados. Más tarde pasa un señor también en bicicleta, se para a verme, me pone una mano en el hombro y me echa una luz y me dice: Muchacha, ¿qué te pasó?
Enseguida llega una patrulla porque los chicos que no se detuvieron llamaron a la policía para pedir ayuda, como supo después. Afortunadamente llega una policía que fue su compañera en la secundaria y la auxilió a pesar de que su compañero le decía que ni pidiera una ambulancia porque Regina no iba a sobrevivir.
El policía también le toma fotos en ese momento “y en minutos estaban circulando en todo Tecomán”, vulnerando mis derechos.
La ambulancia llega 90 minutos después de que la solicitaran porque se perdió en el camino. Tras subirla, Regina recuerda que deja de respirar y su madre vuelve a estar con ella diciéndole: aguanta, aguanta.
Ya en el hospital, Regina la primer mujer trans reconocida legalmente en Colima, permanece dos días en coma luego de las ocho horas que estuvo en el quirófano.
Regina tiene más de una decena de cicatrices de los machetazos que recibió, al menos 10 en la cabeza, tres en la cara, dos dedos rígidos tras cortarles los tendones con varias cicatrices en ambas falanges, una marca de más de 10 puntos de sutura en la pierna derecha, de la rodilla hacia abajo; otras más en la espalda y hombros, y la nariz con cuatro fracturas.
El exilio y la añoranza
Apenas fue dada de alta, colectivos feministas la arroparon y la sacaron de Colima y del país. Reside en un lugar que rechaza revelar por motivos de seguridad.
Hoy esta mujer trans vive exiliada, lejos de la tierra que la vio nacer y a la que tiene miedo de volver porque conoce a uno de sus agresores y aún anda libre ya que no ha habido justicia pese a las demandas interpuestas.
Aunque considera que ese intento de feminicidio puede ser por la lucha como activista defensora de derechos humanos y por la búsqueda de personas desaparecidas, no descarta que su único hermano pudiera estar involucrado para quedarse con la herencia familiar, “porque nunca me aceptó como mujer”.
“Vivir en el exilio es salvar mi vida y tener libertad de caminar, no vivir con el miedo de que me matarán un día, como en México. Y a pesar de que la tentativa de feminicidio que sufrí y de que toda mi vida y mis proyectos se terminaron, se destruyeron, me da la oportunidad de volver a empezar de cero en un ambiente seguro”, concluye con cierta tristeza pero con la seguridad de vivir sin peligro de muerte.