“Sólo sabemos aullar”, escribir desde la enfermedad / Marisol García Walls

#Oaxaca 08 Jun (#Istmopress) – Hace un par de semanas la escritora Oaxaqueña presentó su nuevo libro “Sólo sabemos aullar”, lo presentó online como todo lo que hace últimamente debido a su discapacidad y también a su férrea decisión de que las actividades sean accesibles para todas, algo que la virtualidad permite.

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    Yo conocí a Zaria Abreu Flores primero como amiga y después como escritora. Esta frase, que en otros contextos valdría como una declaración de principios para una crítica honesta, la digo aquí no como un disclaimer, sino porque en verdad me enorgullece: me enorgullece haberla conocido primero como la amiga generosa y fuerte que es y después haber descubierto también su escritura.

    Escuchar fragmentos de Nyevla en voz de Zaria, durante un taller de pensamiento enfermo en conversación con Isaura Leonardo, es uno de los recuerdos que más atesoro, porque escuchar a Zaría leer sus propios textos es dejarse caer con el ritmo y lo que remueve: el lamento de la enfermedad, pero también, precisamente, su alegría, la fuerza de la indignación, pero también la apuesta por la ternura. Nyevla es un viaje por la mente después de la enfermedad. Es un acto de testimonio que declara las huellas que ésta deja a su paso en el pensamiento: la niebla mental sobre la cual es difícil orientarse, las interrupciones, los olvidos, las faltas de ortografía. Es también la incursión a una nueva forma de escritura mutada en contra de la voluntad: 

Entonces abracé y asumí mi nueva forma.

Así como asumí ((mu)) mi nuevo cuerpo mutado, he tenido que asumir esta nueva escritura —mutada también—. 

Una escritura de erratas. Una escritura desde el error y la desconfiguración. Una escritura que no parte de reglas ((otrográficas)) ortográficas, de redacción o gramaticales. 

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El método para escribir desde la enfermedad incorpora un amplio cuestionamiento sobre lo que implica desaprender las cosas. Quizás empiezo hablando de Nyevla porque para hablar de su más reciente poemario, Sólo sabemos aullar (2022), que en este momento prepara su segunda edición, me interesa señalar esta idea como punto de partida: tanto en el lenguaje como en la vida cotidiana, Zaría apuesta por la ruptura de las jerarquías mediante la negación a participar en ellas. 

    El título de Sólo sabemos aullar bien podría decirse a manera de insulto:  las mujeres, las discapacitadas, las neurodivergentes, las enfermas “sólo saben aullar” — esto dicho como reclamo que parte de la incomprensión—. El poemario de Zaria parece decir: sólo sabemos aullar, pero con eso nos basta. Alguna vez leí que el aullido se aprende. Los lobos aúllan con varios propósitos, entre los que se encuentran advertir a la manada que el territorio está siendo invadido, arengar a la caza, atraer parejas, tranquilizar a los cachorros o incluso expresar alegría, como cuando nace un miembro de la camada o la cacería es abundante. Por lo mismo, aprender a aullar no es cosa fácil: implica hacer primero conciencia de que se tiene una voz y, después, experimentar con ella para hacer consciencia de todo lo que esta voz puede decir. Es descubrir todos sus matices dentro del espectro, como en “Yola”,  que termina de este modo: “yo la de los cuarenta cigarros diarios / la del vodka / los bares / las malas borracheras // yo la que te atormenta con su llanto / yo la de las pesadillas // yo la que no recuerda nunca nada al día siguiente // yo la que se estrella las paredes con el cráneo // yo la del martillo / yo la de la cicatriz en la rodilla // yo la de mañanas terribles y silencios // yo la que te ama // yo la de a veces carcajadas // yo la de a veces gritos aullidos de loba herida”. 

    En varios sentidos, Sólo sabemos aullar es predecesor a Nyevla, pero también este libro lleva más lejos algunos de los temas compartidos en ambas publicaciones. El aullido a veces es un grito de dolor, como en “Aserrín, aserrán”, un poema que aborda de forma explícita el tema de la violación. Otras veces es un llamado colectivo, como en “Siete mujeres cada día”, que hace uso de un imperativo necesario para las mujeres de nuestra generación: “siete mujeres cada día / otórgales una imagen en tu cabeza, dales nombre / siete mujeres cada día / ¿quiénes son? Enuncia sus nombres”. Aquí mismo, esa voz, en otro desdoblamiento, lleno de ternura, asegura “aquí está quien ha de defenderlas / tomarlas en sí para llevarlas por el mundo”. 

    Quien se acerque a este libro, no encontrará, como dice Dora Magón en el prólogo, “un poema de oropel”. Encontrará un poemario con filos de tijeras, cuchillos y navajas. Encontrará poemas molotov y poemas rivotril. Poemas autobiográficos, saturados de experiencia vital. Muchas otras ideas me vienen a la mente cuando pienso en la escritura de Zaría, pero invariablemente me digo a mí misma que uno de sus más grandes atributos es el de haber encontrado los matices de esa voz con la que escribe desde la enfermedad (LongCovid). Este tiene que ser uno de los lugares comunes más frecuentes de la crítica, pero no me espantan y estoy segura que Zaría tampoco, porque ella sabe darles la vuelta. Es decir, sabe aullar.

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Si quieres conseguir “Solo sabemos aullar” de TS Ediciones, lo puedes encontrar en formato digital en Ghandi o Porrúa y en formato físico puedes encontrarlo en La Jícara (Porfirio Díaz #1105, Colonia Figueroa, Oaxaca, Oax.) o directamente con su autora escribiéndole a sus redes sociales.

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