Mujeres Ikoots, sanadoras del alma
#SanMateodelMar 08 mar (#Istmopress) .- Diez mujeres indígenas ikoots de la localidad de San Mateo del Mar trabajan en pie de lucha por la defensa de sus derechos humanos y la no violencia, heredaron y continúan impulsando lo que hace 44 años, en el año de 1972 un grupo de mujeres y hombres curadores del alma y del mar fundaron y llamaron Casa de la Mujer Indígena con el lema “Ikoods Mondüy Moniün Andeow S de SS” “Nosotras somos sanadoras de enfermos”.
Natalia, Virginia, Antonia, Romualda, Argelia, Naima, Soraida, Rosalía, Leonarda y María Magdalena son originarias de esta comunidad indígena y utilizan su idioma materno para expresarse, a diario se reúnen para compartir sus experiencias, se turnan para hacer guardias nocturnas, mientras que otras recorren centros educativos de su localidad y de otras localidad dando platicas sobre la no violencia del noviazgo, familiar y cuidados reproductivos sexuales.
Al mismo tiempo son curadoras del alma, se dedican al oficio de Parteras y soban el alma exterior (cuerpo), ninguna percibe un recurso económico, al contrario aportan para poder integrarse a la Asociación Civil que fundaron y con ello han podido beneficiarse de apoyos que otorga la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
La Casa de la mujer indígena de San Mateo del Mar fue un impulso de Cipriana Romero junto con Natalia Echeverria Puente Villa y Antonina Romero Undas , quienes en el año de 1972 congregaron a curadores hombres y mujeres indígenas (parteras, hueseros, curanderos) incluyendo a los oriundos de Santa María, San Dionisio y San Francisco del Mar.
De esa reunión se desprendió la idea de fundar un espacio para que la mujer tuviera voz para la defensa de sus derechos humanos, por lo que fundaron la Casa de la mujer ikoots.
“De las reuniones que hacíamos, pensamos y decidimos que era necesario darle voz a la mujer y no una voz para pelear o discutir sino para reforzar su ser, donde pudiera expresar lo que sentía, de ese tiempo para esta fecha, contamos con parteras, sobadoras, hacemos nuestras propias pomadas, las cuales vendemos para poder obtener ingresos, damos capacitación sobre derechos sexuales y reproductivos y también nos capacitan, estamos muy contentas”, expresaron Natalia y Antonina.
Zoraida Villanueva Solís, es actualmente la responsable de la Casa de la Mujer y lleva
cinco años prestando sus conocimientos al servicio de la población, vendiendo ungüentos, realizando limpias y trabajos de medicina tradicional que ella misma elabora, subsiste con el pago que la gente puede darle.
Cada semana se releva el cuidado del centro con las fundadoras o pioneras, Natalia Echeverría Fuentevilla y Antonina Romero Undas, y trabajan de dos en dos con el Centro de Salud y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), en la primera institución reciben capacitación para las parteras y el segundo buscan obtener proyectos.
“Aquí elaboramos la pomada de San Juan, para dolores de huesos y está hecha con plantas que recolectamos como la albahaca y la sábila, que vendemos por frascos de 30, 50 y 80 pesos; la balsenita, que es para la inflamación y dolor de vientre y es muy buena para las mujeres recién aliviadas del parto o el Bálsamo de Perú”, indicó.
En este centro cuentan con cocina, baños, sala de parto y de consultas. “Las mujeres que nos visitan y quieren, se les da una “tallada” con albahaca y huevos de rancho de gallina o pato , además loción azul que se adquiere en el mercado no tiene costo, se brinda y acepta lo que puedan o quieran dejarle”.
Los servicios que se brindan son: atención a partos, sobadas, limpias, consejerías, pulseadas (a través del pulso detecta enfermedades), contando con dos pulseadoras Virginia Solís Romero y Juana Canaliso Corona, ambas detectan el mal de espanto del espíritu.
“Todos nuestros conocimientos, son enseñanzas de nuestras abuelas y mamás, indígenas ikoods, y estamos en constante convocatoria de mujeres que quieran integrarse a este trabajo; no hay paga, de los donativos comemos”, explicó Virginia Solis Romero.
También cuentan con farmacia y capacitación sobre los derechos de la mujer, violencia intrafamiliar, salud sexual y reproductiva.
“Cuando existen casos de mujeres embarazadas anémicas, con presión alta o anomalías, no las atendemos, las canalizamos a los hospitales de Salina Cruz o San Antonio Monterrey, por fortuna no se nos ha muerto ningun recién nacido, los cuidamos y protegemos mucho”, explicaron.
San Mateo del Mar se fundó en el año de 1606, se cuenta que los huaves llegaron desde Nicaragua a poblar la llanura del Istmo de Tehuantepec y se establecieron en una población mixe en virtud de amistosos, sin ser adaptados los mixes se levantaron en armas en contra de ellos y se asentaron a orillas del mar.
En esta comunidad indígena, se venera a la Virgen de la candelaria en la cual existe la leyenda de la Virgen de Piedra (Mijmeor Kan), que se se asocia con la celebración católica y se realiza a mitad del solsticio de invierno, cuando los días empiezan a ser más largos debido a la posición del sol, dando paso a un nuevo ciclo de fertilidad de la Tierra.
El ciclo ritual inicia con la Labrada de Cera (creación de velas y cirios) a finales de enero, haciendo los preparativos para que el primer día de febrero las autoridades realizen oraciones y cánticos en latín y lengua ikoots frente el altar dedicado a la Virgen en la casa de los mayordomos. Durante este acto, los invitados esperan debajo de una enramada, mientras beben mezcal y atole de espuma (maíz con cacao).
Diana Manzo/Corresponsal