En Juchitán, comer iguana no es pecado
#Juchitán 23 mar (#istmopress).- Antes de que los rayos del sol se oculten comienza el ritual de Alejandra Molina Jiménez, su niñez y juventud las vivió ayudando a su madre, de quién heredó los sabores del Guisado de Iguana “Guchachi dxita”, que ha sido su oficio de vida desde hace más de 30 años.
Juchiteca originaria de la novena sección que se conoce como “Cheguigo Saltillo” y de 45 años de edad es madre de seis hijos y abuela de dos, para Alejandra más que un negocio es un sustento familiar.
Comer Iguana en Juchitán no es un pecado es una tradición gastronómica de los Juchitecos y pueblos zapotecas del Istmo de Tehuantepec, en sus dos variedades verde “Gueela” y negra “Guchachi”, en semana santa consumen 500 reptiles al día según datos del Comité de Voluntarios para el Mejoramiento Ambiental (COVOMA).
Para su elaboración, Alejandra ha hecho del guisado de Iguana un rito familiar, en una pequeña mesa de madera su esposo comienza a sacrificarlas y con la ayuda de sus hijos e hijas, yernos y nietas limpian cada uno de los reptiles, los cuales quedaran durante la noche reposando en un cumulo de ingredientes de hierbas finas y en las primeras horas sazonarlas.
De Diciembre a Abril, Alejandra oferta este platillo típico a sus clientes, quienes anticipadamente la visitan para apartar su porción que van de 30, 40, 50 e inclusive 200 pesos , a diario cocina dos docenas de Iguana.
La delicadez con que toma cada animal durante su preparación es una conexión de vida entre ambos, les trasmite tranquilidad y sus saberes gastronómicos que finalmente logra el exquisito sabor.
La mezcla de los jitomates con la cebolla y el chile verde sin olvidar la receta secreta de su madre , la han convertido en una de las cocineras de iguana de mayor demanda, apenas y sale de su casa, da unos cuantos pasos a sus alrededores y su guiso se termina.
“Ahora en la semana mayor sacrifico entre dos o tres docenas, cada una cuesta más de dos mil pesos y se adquieren en el mercado de Juchitán, aquí en esta tierra se disfruta no es pecado consumirla, al contrario dicen que tiene bondades curativas”, explicó.
Para Alejandra comer Iguana es parte de la sobrevivencia alimentaria de su pueblo, en donde hace algunas décadas vivió de la agricultura y la ganadería, más que una glotonería es una tradición.
“Mucha gente de otros lugares me imagino nos criticará de que se consumen tantas iguanas, pero para los zapotecos, mi gente, es un platillo típico, en donde también se elaboran tamales y se consumen sin remordimiento”, sostuvo.
Tomás Chiñas Santiago, historiador y cronista de Juchitán resaltó que la iguana no es un platillo exótico para el pueblo zapoteca sino que es una comida tradicional que por herencia se consume.
“Nuestros antepasados para su sobrevivencia sacrificaban conejos, armadillos, iguanas, palomas entre otros animales silvestres, sin embargo la iguana fue la tuvo mayor demanda, que es un platillo que gusta mucho, su forma de preparación en un guiso y en tamales impresiona el paladar de cualquiera” puntualizó.
En Juchitán, en el año 2005 Julio Bustillo Cacho, fundador del Foro Ecológico Juchiteco (FEJ) organización No Gubernamental preocupado por el consumo excesivo del reptil, sobre todo de la iguana negra, considerada endémica de la región del Istmo, propuso la creación de un iguanario, en donde desde hace once años se reproducen y se liberan iguanas.
Juan Celis Alarzón, responsable del iguanario manifestó que según investigaciones del Comité de Voluntarios para el Mejoramiento Ambiental (COVOMA), en Juchitán se consumen 500 iguanas diariamente en esta temporada.
Este espacio ecológico, es único en la región del Istmo dedicado a la crianza de la iguana en cautiverio y que hace un año obtuvo el permiso de Unidad de Manejo Ambiental (UMA) y con ello podrá reproducir y comercializar con este reptil.
Celis Alarzon, destacó que en Juchitán no se puede evitar el consumo de iguanas porque es parte de la cultura y tradición, por lo que una granja de traspatio es la opción para evitar su extinción.
“Durante su época de reproducción que son los meses de marzo y abril, sería importante que no la consumieran; porque las iguanas tienen entre cincuenta y setenta huevos, sin embargo aumenta, por que son los huevecillos el mangar más rico y con mucha demanda”, expresó.
Don Juan Celis, recomendó a los comerciantes y gente que se dedica a la caza de iguanas que tomen como opción un criadero de traspatio, porque solo así se puede conservar la especie de iguana negra “Guchachi”.
Celis dijo que los alimentos que consume la iguana son fácil de conseguir, porque comen frutas y verduras y que se encuentran en cualquier mercado, “No se invierte mucho en un criadero, solo es tener las ganas de querer apoyar a la naturaleza, es la que debe movernos a todos, porque las iguanas están en peligro de extinción y los criaderos son la mejor opción”.
Con el permiso UMA, el Foro Ecológico anunció el año pasado a través de su representante legal Gonzalo Bustillo Cacho el desarrollo de un segundo iguanario en la localidad de Reforma de Pineda y se trabajará conjuntamente con la comisaria ejidal de esa comunidad.
En la región del Istmo de Tehuantepec las iguanas ya no abundan como antes, ahora las traen de Chiapas, Veracruz y Tabasco, porque visitar Juchitán y no comer iguana es un pecado.
Diana Manzo / Corresponsal Jacciel Morales / Fotografía