Cocina comunitaria en Unión Hidalgo donde la vida florece después del terremoto
#UniónHidalgo 04 Diciembre (#Istmopress).- Las risas lo curan todo exclaman las mujeres que delicadamente toman el cuchillo y comienzan a picar la cebolla, el tomate, el tocino y las salchichas que comprende el menú “Frijoles charros” , uno de tantos platillos que han compartido con los suyos en la cocina comunitaria del barrio San Isidro que se creó desde el 9 de septiembre, dos días después del terremoto del 7 de septiembre y que dañó el 70 por ciento de viviendas en esta localidad de Unión Hidalgo.
Ellas aplican lo de “Con pan las penas son menos”, y están por cumplir tres meses de brindar alimentos por la mañana, tarde y noche a los damnificados, ellas también lo son, la mayoría se quedó sin casa pero aún así decidieron organizarse y crear este espacio donde aseguran la vida ha florecido porque el miedo y la desesperación se olvidan cuando se reúnen para preparar y compartir alimentos con los suyos.
Llegan de 80 a 100 personas diariamente a la cocina comunitaria, entre niños, jóvenes y adultos mayores quienes reciben los alimentos, algunas veces lo degustan en las mesas que recibieron como donativo y otras veces se los llevan a sus refugios.
La ayuda en esta cocina comunitaria ha sido del apoyo de la sociedad civil quienes les han donado granos como maíz, frijol, avena, arroz y lentejas además de comida enlatada como atún y sardina, además de carne fresca de res y puerco sin olvidar de donativos económicos, todo se registra en una libreta, pues la transparencia en los recursos y donativos es la que privilegia la permanencia de la cocina.
En un principio se unieron mujeres comuneras de Unión Hidalgo, sin embargo después se separaron y crearon otra más para seguir ayudando a los damnificados, sin embargo ellas como vecinas del barrio «San Isidro» decidieron seguir impulsando este espacio de alimento gratuito para los suyos.
A diario preparan entre 10 y 15 kilogramos de arroz y frijol, además de que todas cooperan para comprar el resto de los alimentos como carne, camarón y pollo que se han terminado de los donativos y así poder abastecer la cocina.
Han celebrado cumpleaños y también han recibido el apoyo solidario de artistas, sicólogos y médicos como resiliencia ante el terremoto y las replicas que aún continúan pero que ya no les afecta como antes.
La cocina comunitaria se ubica en casa de Marisela Espinoza Martín de oficio pastelera, también perdió su casa y fue una de las tantas personas de esta localidad que no recibió su tarjeta de apoyo para la reconstrucción a pesar de contar con su numero de folio, el 276/002315.
Tampoco recibió el apoyo por empleo temporal, Marisela vive con cinco personas más incluyendo a su padre quién es mayor de edad, para ella reunirse con sus vecinas y haber creado la cocina comunitaria ha sido la mejor forma de renacer después del terremoto.
Confiesa que se salvó de morir por un “coma diabético” que le produjo el coraje y la desesperación cuando no vio su nombre en la lista de apoyos para la tarjeta, y se pregunta a cada instante ¿Cómo le hará para construir su casa?.
“Gracias a esta cocina y el apoyo de las compañeras es que vivo, a diario compartimos además de la comida también nuestras penas, en mi caso no tengo como volver a construir mi casa, me quedé en la nada, duermo debajo de una lona y esperando la promesa de Sedatu de que llegará mi apoyo, porque de la autoridad municipal no he recibido nada y tampoco la Cocina comunitaria”, expresó.
Similar situación es la que vive María de Lourdes López Ruiz, otra de las mujeres de la cocina comunitaria, también es damnificada y tampoco ha recibido su tarjeta de apoyo porque su folio resultó duplicado por los funcionarios de Sedatu que censaron su vivienda.
“Seguimos viviendo debajo de la lona, hemos aguantado la lluvia y ahora los fuertes vientos y el frio, ya fui a reclamarle a los funcionarios de Sedatu y me dicen que espere 15 días, y de ese tiempo ha pasado un mes, es desesperando no poder empezar la reconstrucción de mi casa, la tristeza me invade, no lo puedo negar”, señaló.
Las mujeres que participan en esta cocina comunitaria también han sufrido discriminación política de parte de la autoridad municipal que preside Wilson Sánchez Chévez de afiliación del Partido del Trabajo debido a que en la pasada jornada electoral apoyaron a un candidato opuesto al del alcalde.
“Nos tienen marcada con los apoyos, aquí no recibimos nada de la autoridad municipal, fueron donativos externos de gente solidaria que se apiadó de nosotros al ver que no tenemos casa y creamos este espacio que ha sido un alivio para toda nuestra familia, aquí vienen más de 100 personas y a todas se les da comida gratis”, dijo Zeila Guerra Marín.
En la preparación de los alimentos participan 12 mujeres antes eran más, algunas se han ido por sus trabajos y otras por asuntos personales, actualmente la mayor de ellas es Idalia López Blas y quién da el toque ultimo cuando se preparan los guisos tradicionales, sin embargo entre todas eligen el menú diario.
María de Lourdes López Ruiz, Gabina Landeta Velásquez, Sugey López Ruiz, Hidalia López Blas, Zeyla Guerra Marín, Amelia Matus Cruz, Rosa Isela Guerra Marín, Amelia Villalobos, Rosa Mónica Pineda Espinoza y Deysi Antonio Pineda; son las mujeres que aún permanecen y continúan alimentando con su apoyo y solidaridad la cocina comunitaria y sus esposos también participan, ellos limpian el espacio y acomodan el inmobiliario que usaran para disfrutar los alimentos.
Las ganas no se acaban aseguran las mujeres, sin embargo el apoyo comienza a escasear, saben que es difícil mantener una cocina comunitaria pero no hay otra opción, todas son damnificadas y si no se ayudan no podrán salir adelante.
“ La cocina comunitaria nos ha aliviado mucho, no se que haríamos si no lo montáramos, estaríamos peor porque muchas de nosotras tenemos un empleo informal, no tenemos un sueldo fijo, vivimos al día y nuestros esposos también, agradecemos a todos los que nos han apoyado y pedimos que nos sigan ayudando, esto es el fruto de la amistad y solidaridad”, expresaron.
En este espacio han montado una televisión y también una cama, mientras cocinan escuchan música, sacan chistes e inclusive juegan lotería, se ha convertido en un refugio más que una cocina que ha servido para que ellas y sus familias vayan reconstruyendo no solo su vivienda sino su alma ante la tragedia de haber vivido un terremoto.
Diana Manzo/Agencia de Noticias Istmopress