Ta Aparicio, el hacedor de historias
#UniónHidalgo 27 Feb (#istmopress).- Aparicio García Chevez, es un hombre como muchos pero pocos que han hecho historia con su arte, a los 18 años aprendió a elaborar la carreta, este instrumento milenario herencia de la historia universal que adoptaron los pueblos indígenas como es la cultura zapoteca de donde es descendiente, a sus 80 años de edad es un hacedor de historias.
Las llagas que sus manos aguardan significan el todo para Ta Aparicio, son más que grietas, para él es experiencia de vida; su cuerpo refleja firmeza y su mente lucidez, lleva más de 62 años poniendo en práctica su sabiduría entre el fuego, la madera y la exactitud para lograr que las ruedas sean útiles para echar andar las carretas de bueyes, medio de transporte rudimentario que aún conservan los zapotecas del Istmo de Tehuantepec.
En esta zona oaxaqueña queda pocos hacedores de historias que realicen el oficio de Ta Aparicio, son como diez, sin embargo es de admirarse que sin conocimientos matemáticos y con solo experiencia heredada de su papá, el artesano desarrolló sus habilidades en la elaboración de este instrumento y todo el equipo que lo compone (cama, yunta, arado, ruedas y timo de carreta), realiza mediciones y cortes para embonar perfectamente el cinturón de metal y los clavos de enorme tamaño para darle movilidad.
Un mes ( 30 días) es el tiempo que el artesano se organiza y concluye una carreta, la cual tiene un costo entre 8 y 10 mil pesos, las ruedas son las que tardan, se lleva entre 10 y 15 días elaborarlas y posteriormente incorpora el resto de los accesorios hasta culminarla.
Actualmente sólo elabora tres carretas al año, anteriormente eran de ocho a diez, sin embargo fue a partir de los años noventas con el ingreso del triciclo y en el 2005 de las unidades de mototaxis que esta artesanía vivió el declive, y teme que siga más porque ahora los jóvenes no quieren revivir el campo y la ganadería y mucho menos tener una carreta de bueyes en su casa.
Al caminar por los pasillos de su taller es imprescindible no oler la madera tallada que va desprendiendo cada vez que le pasa el serrucho, Ta Aparicio hace de su trabajo un ritual, comienza a muy temprana hora antes de que el sol aparezca y termina a medio día cuando los pájaros comienzan con sus cantos.
Estar entre el fuego que invade con su calor su espacio, ha sido una gran hazaña, comienza su rutina a muy temprana hora, primero corta la madera de acuerdo al tamaño de la rueda, la mayoría son para las yuntas de bueyes y rara vez confecciona para las carretas de chivos o cabras, un transporte rudimentario que fue un icono en los años setentas y ochentas en esta localidad, ahora solo es para decoración.
En su taller que se localiza debajo de gran árbol de mango, el artesano ha dividido los espacios, en uno lo habilitó para su carpintería, en el segundo aparecen leñas y fuego y finalmente el gran pasillo de su casa ocupa el tercer espacio donde invade la madera recién cortada y lista para armar las carretas.
La madera que utiliza para elaborar las ruedas de carretas son de “Cacao o Tepehuachi” además diseña diez rayos de madera y enormes clavos de fierro, posteriormente las embona al cuerpo de la carreta para que comience a circular.
El oficio de Herrero Carretero como conocen a esta artesanía, es una labor dura y que necesita mucha fuerza para poder construir las ruedas, porque implica trabajar con temperaturas altas asimismo al tallar la madera el uso de la fuerza es básico.
Frente a un gran árbol, Ta Pari como también lo conocen recuerda sus inicios, no deja de mencionar a su padre, quién lo involucró en este oficio y da gracias porque solo así pudo criar y darles educación a sus hijas e hijos.
“Siempre fue un trabajo duro, imagínense ante iba al campo a cortar la madera, lo tallaba y comenzaba a realizar las ruedas, después nos íbamos al fuego, ahí nos la pasábamos un par de horas, terminábamos la rutina rendidos; esta artesanía es un oficio remunerado, pero aquí nadie te jubila, y si no trabajas no comes”, expresó.
Además de las carretas, también elabora sillas, ventanas, arados y catres (camas de madera con sábana de henequén).
Ta Aparicio no sólo elabora este instrumento para sus paisanos unihidalguenses, sino también construye encargos de campesinos y ganaderos de Juchitán, Santo Domingo Ingenio, La Blanca, Chicapa de Castro, La Venta, San Miguel Chimalapa, Ixhuatán e inclusive elaboró durante muchos años de personas originarias de Chiapas y Veracruz.
Heredar para preservar
Ta Aparicio esta consciente que la vida es un momento y nada más, sabe que a sus 80 años la cuenta regresiva cada vez es mayor, sin embargo vive con plenitud y para preservar su oficio que aseguró “Ya nadie quiere aprender” desde hace doce meses un niño de 12 años de nombre Giovanni López Miguel ha sido su discípulo.
Chanito como le dice al pequeño llega por las tardes y se va hasta la noche, él se encarga de tallar la madera, realizar las mediciones y también de limpiar el taller.
Giovanni aprenderá aseguró Ta Aparicio, que sin ser de su familia, sino solo su vecino, es un niño entregado y con ganas de recuperar este oficio que solo unas diez personas elaboran en todo el Istmo de Tehuantepec.
“Ante la escasez de carretas significa que el empleo disminuirá sin embargo Chanito tiene ganas e iniciativa, en este año que lleva conmigo tiene mucha creatividad y es un buen muchachito, seguro aprenderá y seguirá mis pasos”.
Ambos se han complementado, mientras Ta Aparicio corta la madera, Chanito prende el fuego, posteriormente cargan las ruedas juntos y la meten al fuego en donde funden el fierro para el cinturón, terminan agotados y para retomar energías se acuestan sobre hamacas un par de horas.
Diana Manzo/Agencia de Noticias IstmoPress
Fotos: Jacciel Morales
Casi ya no hay gente como don Ta Aparicio y que mejor manera de trasmitir su conocimiento y experiencia a Chanito. Ojala todas las personas como esas, se preocuparan por enseñar a las nuevas generaciones.
Vivo en Matias Romero, Oax.
Excelente aporte Diana y jacciel.
Saludos…