Bethoven, el perro que ha recorrido con su papá 6 países en busca del sueño Americano: “La familia no tiene precio, no se vende, ni se regala”
#Oaxaca 26 Ago (#Istmopress) – Hace 150 días, Bethoven, un perro de 3 años de edad y su papá Jesús Rivas Oropeza, de 26 años de edad ambos de origen venezolano iniciaron la aventura del sueño americano.
Han recorrido a pie, en aventón y en combis seis países: Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y desde Juchitán, Oaxaca-ya en territorio mexicano- esperan que lo que resta de la travesía sea fácil y puedan llegar a su destino final, Georgia, Estados Unidos, en donde un tío los espera.
De color blanco, el lomito llama la atención por su tamaño- pesa 33 kilogramos- es cariñoso y juguetón, y pertenece a la raza labrador.
“Hola soy Bethoven, vengo de Venezuela con mi papá. Ayúdame sí es que puedes con mis croquetas y para seguir a los Estados Unidos. Gracias. Cristo viene muy pronto. Amén”. Se lee en un letrero que carga mientras recorre las calles de Juchitán.
Caminar con un perro no ha sido nada sencillo reconoce su dueño, quién ama a Bethoven como un hijo y aunque en el trayecto se lo han querido comprar y adoptar, asegura que “la familia no tiene precio, no se vende, ni se regala”.
Tras su arribo a tierras oaxaqueñas, Jesús ha tenido que vender cigarros para seguir su travesía y comprar comida.
“Al día tengo que tener mínimo 100 pesos, que es para mi comida y la de mi pero, a quién amo como si fuera un hijo, ha estado conmigo desde pequeño y no lo pudiera dejar, emprendí la ruta con él y con él entraré a los Estados Unidos, de lo contrario no entro”, dijo.
Con sus dos mochilas al hombro, el joven que emigró por la falta de dinero y para ayudar a sus padres, hermanos y sobrinos, asegura que migrar no es una cosa sencilla, y menos con un perro, pero tampoco lo dejaría abandonado a su suerte.
Narró que en Panamá caminaron cerca de 200 kilometros y por momentos parecía no avanzar.
“Ha sido de mucho pensar, de mucho penar, pero cuando llegué a México sonreí, porque es el ultimo país que falta para llegar a los Estados Unidos, aunque se me está siendo muy difícil, porque la gente de acá no fácilmente de hablan o te ayudan”, dice.
Una de sus aflicciones era la falta de celular, se descompusó en el camino, sin embargo, la ayuda solidaria de Gladiola Ramos y si esposo Juan Marcelino Sánchez , habitantes de Juchitán, quién le pagó la compostura de su aparato electrónico, le regresó la sonrisa.
Y es que desde las redes sociales, a través de su cuenta de istagram y Tik Tok, Jesús comparte su travesía con Bethoven, con la única intención de recibir ayuda para seguir su camino y comprarle alimento.
Para el joven de estatura media y pelo lacio y negro, Bethoven es su familia y lo quiere como un hijo.
“No lo dejaría por nada del mundo, un animal no tiene precio, lo amo mucho”, enfatizó.
**En Venezuela alimentar una mascota es caro
Sonriente y con espíritu conquistador, el joven asegura que salió de su país por la falta de trabajo. Allá era comerciante, pero lo más lamentable es que la comida para los perros es cara y no le alcanzaba.
“Un kilogramo de croquetas cuesta 10 dólares, cerca de 160 pesos, lo cual es muy caro, y no podía tampoco dejarlo con mis padres, porque ellos no tienen dinero, además se pondría triste y yo también, ya nos acostumbramos mucho, lo tengo desde que nació”, expresó.
La falta de oportunidades laborales y la responsabilidad de apoyar a sus hermanos menores, obligó al joven a migrar, lo cual se ha convertido en un acto muy común del pueblo venezolano.
“Allá todo es caro, todo es violencia, por eso es que estamos migrante todos los venezolanos, es triste lo qué pasa, nos dan el pase libre, a nuestros gobierno entre más nos vayamos mejor, las riquezas las reparten entre los que más tienen, estamos en una crisis tremenda”, enfatizó.
Mientras esperan un aventón para poder llegar a la capital de Oaxaca- que se ubica a 250 kilometros de distancia, es decir, 5 horas en autobús- debido a que las líneas de transportes se niegan a abordar a Bethoven y su padre, ambos recorren las calles de Juchitán en busca de ayuda.
“Vamos paso a paso, no voy a dejar a mi perro, el sueño americano es de los dos, juntos a todos lados”, recalcó.
Las huellas de Bethoven conquistan y alivianan, la gente y los propios migrantes lo abrazan, juegan con él, se divierten mientras están concentrados en un corredor de cemento, con 35 grados centígrados, hacinados y esperando seguir su camino.
Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress