De la pesca a la artesanía así sobreviven en San Mateo del Mar
*Créditos de financieras se han convertido en un alivio para los artesanos mareños
#Juchitán 14 Ene (#Istmopress) – Arturo Villacente Samoniago es artesano y realiza prendas con su telar de madera, tiene 58 años de edad y es originario de San Mateo del Mar, aprendió a tejer desde los ocho años por herencia de su madre pero en ese entonces prefirió ser pescador porque ahí encontraba el sustento para su hogar, años más tarde desempolvó ese conocimiento al ver que del mar ya los peces se habían acabado ante la falta de lluvia a consecuencia del cambio climático, ahora junto con su esposa Victoria Villaseñor Oviedo, hijos y nietas elaboran artesanías para sobrevivir.
La actividad pesquera sigue practicándola a ratos por que es su pasión pero lo hace con más riesgos porque de la laguna ya no encuentra nada, ahora tiene que cruzar profundidades del mar vivo que es el Océano Pacifico para encontrar unos cuantos kilos de pescado y camarones, ya no para vender sino para comer y pasar el día en familia.
San Mateo del Mar es una localidad de origen ikoots donde el noventa por ciento de los hombres practican la pesca, actividad que en los últimos años combinan con la elaboración de prendas de telar, bordado a mano y cadenilla a través de una maquina de costura.
Las manos gruesas y fuertes se aprecian al hilvanar los hilos, introducir la aguja de madera en el telar o al mover los pies del pedal de la maquina de costura; nadie duda de su condición de género, al contrario las prendas que elaboran sobresale la originalidad y creatividad.
El hombre costura y teje para ayudar al sustento familiar, no hay pena y mucho menos discriminación, Arturo por ejemplo lo hace para combinar los roles de la vida económica y poder vivir de forma digna.
Martín Mases Silva y Roberto Ampudia Larrinzar también son artesanos y ayudan al sustento familiar. Martín elabora huipiles con listones de seda y apoyado de un bastidor de madera, es profesor jubilado de educación primaria, pescador y del 2002 al 2005 fue alcalde de San Mateo del Mar, mientras que Roberto confecciona huipiles y enaguas de cadenilla apoyado de una maquina de costura, lleva más de 40 años como artesano.
Sobrevivir de la artesanía para seguir preservando la vestimenta tradicional de su pueblo mareño es doblemente difícil para los artesanos, quienes al ver la falta de apoyo de las autoridades de gobierno se endeudan constantemente con las financieras privadas para la compra de materiales e insumos para la elaboración de sus prendas.
“Aquí del gobierno no recibimos nada para el impulso de las artesanías y mucho menos para la pesca, todo es por nuestra cuenta, por eso es que sí no trabajamos no comemos, a las financieras les pagamos semanalmente pero sí no fuera por ellas no pudiéramos seguir, ellas nos han dado alivios en medio de este abandono social que vivimos”.
Roberto también combina la pesca y la artesanía, aunque con los pedidos que tiene muchas veces dedica más tiempo a confeccionar las prendas, no así sus tres hijos quienes por la mañana salen en busca del sustento familiar y por las tardes se sientan a bordar y a tejer.
“Como hombres no perdemos el tiempo, por ejemplo en mi caso sé bordar a mano y realizar prendas de cadenilla con mi maquina de costura, igual mis hijos, porque de la pesca no podemos vivir, el mar se está secando y lo que nos queda es seguir buscando el sustento para la comida”.
Ser artesano y pescador es común en esta tierra mareña donde se trabaja para poder vivir de forma digna, pero también han privilegiado la defensa de su lengua materna, el Ombeayiüts dentro de las aulas y a través de publicaciones, recientemente una profesora de nombre Lesvia Esesarte Baloes ganó el premio de poesía en lengua indígena que promueve el Centro de las Artes San Agustín (Casa) que fue creado por el maestro Francisco Toledo.
Para los artesanos mareños las tardes y los días tienen mucho significado, por las mañanas toman su atarraya y su canasto de palma y se van, pero por las tardes toman sus herramientas de costura y se ponen a tejer, es una practica diaria que les dignifica y les causa orgullo de lo que hacen, porque con sus manos y su creatividad están recuperando el legado tradicional de su cultura.
Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress