Estero Guie, un territorio común, abandonado por alta contaminación.
Por Víctor Fuentes
#UniónHidalgo El estero lo atraviesan dos puentes, uno es del ferrocarril de México, casi idílico, y el otro de la carrera vía estero Unión Hidalgo- Juchitán, el estero es la franca limítrofe entre las dos tierras.
Antiguamente los pobladores de Unión y Juchitán lo transitaron a pie, cruzando el estero, en el área de poca profundidad. Como se pudo, pasaban con sus carretas, los mismos transeúntes fueron rellenando el cruce, los pescadores se apropiaron del sitio con pangas, cayucos y con sus atarrayas y hasta con anzuelos, pescaron en sus apacibles aguas.
Desde siempre se apreció el paisaje que pasó a tener sobre el puente de fierro y el de la carretera, cuando no se tenían, existía solo el vado que mejoró mucho, y se podía pasar en calma. Paso más tiempo y viene el puente que casi se colapsa durante el sismo del año 2017. Aun así, resistió el embate.
Cinco años antes del sismo, ya estaba sufriendo los estragos de la contaminación de sus aguas que viene del arroyo verde, y sus variadas ramificaciones, el estero se surte de él, este a la vez se conecta de un canal de riego por los terrenos de Ixtepec, de aguas que vienen de más norte, conjunto de otros arroyos y las ramificaciones de este mismo.
Pasan las aguas por los terrenos de Ixtaltepec, La Ventosa y se extiende en los terrenos entre Unión y Juchitán, un poco por La Venta, y que muchos aseguran, que es hasta esta ramificación que recibe las aguas negras, producto de la contaminación que agobia el estero guie.
Esta práctica usual entre los municipios y agencias, toca la vida apacible de los ecosistemas como lo es el Estero Guie, estas deshonestas prácticas abundan en todo el Estado y el país. Violando toda norma, acuerdos y tratados internacionales. Hay poca vigilancia y la aplicación de las leyes sigue siendo laxa.
El estero lo vemos apacible, revuelto en los meses de julio, temporadas de mucha precipitación. Toda esa agua del arroyo verde se mezcla con la existente que recibe las aguas negras, creando un insoportable olor en los meses de calor entre abril y mayo.
Aprovechando la tranquilidad de sus aguas, la gente de ambos poblados se acercaron a ofrecer bebida y comida, en semana Santa se tenía un máximo lleno y sucedían accidentes, por parte de personas que no sabían nadar y la falta de señalamientos. Los jóvenes morían a consecuencia de un clavado en un lugar poco profundo o con material desechado en la construcción de ambos puentes, era muy peculiar asociar estos accidentes con un “ya era su destino”, “el xhuncu ya venía para morir así” pues ocurría en Semana Santa en días de guardar.
El destino también orilló a desmantelarse, la cervecería corona cerró en el istmo, sus agencias y depósitos dejaron de surtir a las chozas aglomeras en las riberas, aunado a los olores pestilentes, y la falta de seguridad, llevó al quiebre este insipiente intento de servicio turístico.
Tampoco se puede pescar, quienes sabemos de dónde proceden los peces y mariscos los evitamos, preferimos los que vienen del mar, un río u otro arroyo igual de contaminado, pero al menos no lo sabemos con certeza.
Estas adversidades son con las que se sigue gestionando y dirigiendo el destino de nuestras aguas, nuestras tierras y en general todos los recurso que la tierra nos provee.