Francisca, pepena para sobrevivir después del terremoto
#Juchitán 13 Diciembre (#Istmopress).- Después del terremoto de 8.2 grados Francisca Miguel Medina perdió su casa de lodo, llegó la lluvia y la soportó debajo de un refugio temporal que habilitó con lonas, ahora el frio la arropa con fuerza y lo ha vencido con una donación de una vivienda que los Menonitas le construyeron; para sobrevivir la mujer de 70 años pepena en medio de un cumulo de basura y con lo que obtiene de sus ventas sostiene a su familia.
La reconstrucción para Francisca no ha llegado, no recibió apoyo del Fonden por su vivienda y tampoco de horno de comixcal donde elaboraba tortillas que entregó la CDI, pepenar es su única fuente de ingreso para sobrevivir después del terremoto.
“ Na Chica” como le dicen sus vecinas no se queja, a las 7:00 de la mañana toma sus dos sacos de plástico, agarra su triciclo y se va con su enagua, huipil y unas chanclas a “pepenar”, esta actividad que practica desde hace medio siglo cuando llegó a vivir a Juchitán proveniente de San Miguel Chimalapa junto con sus 5 hijos y su esposo Eusebio Sánchez.
Diminuta de estatura pero veloz como el viento que últimamente ha soplado en el Istmo de Tehuantepec, Francisca se introduce al basurero, es la única mujer que pepena en Juchitán, y sin importarle que se vaya a cortar por las chanclas de plástico que usa, sin guantes y tampoco cubre bocas, soporta el mal olor y el humo de la basura que se quema, se apoya con una vara de madera para detenerse y escoge las latas que va introduciendo a los sacos de plástico de color blanco.
Camina en medio de un suelo oscuro y de vidrios rotos que deja la basura que se quema, de repente truenan las latas de aluminio de tanto calor que reciben del fuego, Francisca se hace a un lado y no se detiene, su meta es colectar dos sacos y una vez terminado se va a su casa en donde comienza la segunda etapa, la separa y la vende.
Su figura delgada le permite tener movimiento, recoge de un lado a otro la basura y ella misma la separa cuando llega a su casa, Francisca realiza múltiples actividades como esposa y ama de casa.
Con la vara de madera descubre del suelo infinidad de basura, pero solo escoge las latas de aluminio, Francisca dice que el aluminio y el cobre es lo que vende más.
La mujer de 70 años no sabe de descansos y tampoco fines de semana, al igual de salarios mínimos, seguro social o aguinaldo, su preocupación es cubrir sus 10 kilos que vende cada semana y del cual le pagan 350 pesos.
No es mucho lo que gana pero está feliz, Francisca hubiera querido una mejor vida, pero no se desespera y tiene fe, con lo que obtiene de pepenar compra sus alimentos y vive con sus tres hijos y su esposo que está discapacitado.
Cocina con leña, no tiene estufa y tampoco muebles, sus pocas pertenencias se ubican en el patio y solo tiene unas hamacas y catres que usa para dormir.
“Todas las mañana vamos a colectar la basura, a veces voy con mis dos hijos o sola, muchos se sorprenden de cómo tengo esa fuerza o de donde la saco para seguir con esta actividad, les digo que no tengo otra opción que juntar la basura y venderla, así he vivido desde hace muchos años”.
* Y la reconstrucción, ya cuando Dios quiera : Francisca
De la reconstrucción habla muy poco, Na Chica por el momento solo busca como sobrevivir ante la falta de dinero, y lo deja en manos de Dios.
“Solo Dios sabe cuando volveré a tener nuevamente mi casa, le agradezco a los hermanos Menonitas que llegaron y me construyeron mi casita de lamina, que ha sido un alivio para mi y mi esposo, no puedo pedir más, no se leer y tampoco escribir y la ayuda que me ha dado ha sido de gente buena que se apiada de mi, solo eso”, señaló.
Francisca también es migrante, su comunidad de donde es originaria –San Miguel Chimalapa- es una de las más pobres de Oaxaca, salió para mejorar su vida, pepenar, lavar ajeno y elaborar tortillas ha sido su fortaleza, y de la cual realizará hasta que sus pies y sus manos puedan.
“Tengo pies y manos que más puedo pedir, la basura que para muchos es asquerosa ha sido la forma de sobrevivencia para mi y mis hijos, llevo más de 50 años colectándolo, y seguiré haciéndolo, ¿alguien lo tiene que hacer, no?”, expresó.
Los domingos está atenta, sale más temprano a pepenar, por que sabe que en la tarde el camión del “fierro viejo” pasará y venderá lo colectado en la semana, ese día su rostro cambia, la venta llega y su dinero se guarda, las semanas son así para Francisca y su familia, quienes de los residuos sólidos han aprendido a sobrevivir.
Diana Manzo/Agencia de Noticias Istmopress