Martes Santos, una tradición viva que resiste en Unión Hidalgo
#UniónHidalgo 26 Mar (#Istmopress) – La celebración de la muerte resiste en el Martes Santos, una tradición zapoteca de este municipio istmeño donde las ausencias y las distancias no existen.
El Martes Santos es tradición que no muere asegura Esther Marín, que desde hace medio siglo acude a convivir con sus muertos.
Según los historiadores, la Semana Santa y está convivencia con los muertos, significa también el nacimiento de un nuevo año para los zapotecas.
“Le traigo flores a mis padres, también a mi esposo y mis suegros, mis hijas también vienen y mis nietas, este día es de pasarlo con ellos, con nuestros muertos”, dijo.
La entrada del panteón municipal se convierte en un jardín de innumerable variedad de flores, desde las tradicionales como el coroz, guie ‘ chachi, la albahaca, tulipanes, flor de china, y también las rosas, lilis y gladiolas, sin olvidar las velas y el incienso de copal.
En una sepultura elaborada con láminas de cartón, María Ordaz coloca flores de coroza para su hermano Juan Ordaz, conocido como Juan Nata.
Juan Nata era muxe y cocinero tradicional de esta comunidad y con su muerte se fue un legado importante de la gastronomía zapoteca.
La familia de Juan Nata lo acompaña y estar con él es una forma de remembrar su cariño y su amor. “Venimos a dejarle a mi tío un poco del cariño que nos tuvo, hoy lo acompañaremos, comeremos y beberemos con él, mi tío era alegre y siempre nos quiso mucho”, dijeron sus sobrinas.
Convivir en Martes Santos es una tradición única, que por años ha resistido para que se siga conservando el culto a los muertos.
Los visitantes llegan de todos lados a visitar a sus difuntos, además de que se vuelve una fiesta y degustan antojitos tradicionales como los tamales de iguana, garnachas, tlayudas y dulces típicos.
De acuerdo a los textos de Fray Francisco de Burgoa, cronista dominico del Siglo XVII, los indígenas zapotecas celebran la Semana Santa a la par del año nuevo solar porque sucedían en el mismo periodo, según el calendario antiguo. De acuerdo a este esquema, el año nuevo comenzaba el 12 de marzo y terminaba el 7 de marzo del siguiente, y a partir de esta fecha había un periodo de cinco días que eran considerados aciagos y funestos.
Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress