Mujeres, principales transmisoras del zapoteco en pueblos del Istmo
#Juchitán 22 febrero (#istmopress).- Virginia Sánchez Jiménez es originaria de Juchitán en la novena sección, tiene 70 años de edad, el único medio de comunicación que usa para relacionarse con su familia es su lengua materna, el zapoteco, herencia que ha compartido con sus dos hijas: Sabelia y Martha y a su vez con sus cuatro nietos, todos en su casa se comunican en zapoteco.
No sabe leer y tampoco escribir, mucho menos si existe un día donde se conmemora a los hablantes de una lengua indígena (21 de febrero), pero con orgullo expresó que fue su abuela y su madre quienes le heredaron la dulzura, la picardía y los sonidos de su zapoteco.
Perdió su vivienda con el terremoto del pasado 7 de septiembre y también su cocina de comixcal donde elaborada sus totopos (tortillas de maíz), pese a todo ello está contenta por que dice que Dios le permitió vivir nuevamente y seguir compartiendo con los suyos, que son sus dos hijas y nietos su lengua indígena.
Conversar con Virginia en castellano es imposible sin embargo no impide que realice sus actividades normales a veces se comunica a través de señas y otras veces una de sus hijas funge como traductora.
“Una vez me quedé sola con la esposa de mi nieto, ella habla español y yo zapoteco, ahora me río cuando lo cuento pero fue difícil porque tiene un bebe de dos meses de edad quién lloraba mucho y no sabía como decirme lo que le ocurría al niño, fue complicado porque nos comunicábamos con señas, después de cinco horas regresó mi hija que es su suegra y le conté , todos se rieron de mi”, narró Virginia en zapoteco.
En Juchitán y pueblos del Istmo las familias son nucleares es decir se caracterizan por vivir en espacios grandes donde habitan hijos con sus hijos y estos a sus vez con sus familias, por lo que las abuelas adoptan el papel de transmisoras de la lengua materna.
En el hogar de Virginia viven sus dos hijas y sus cuatro nietos, uno de ellos es casado y también vive con su esposa y sus dos hijos, la esposa de su nieto no habla zapoteco y solo castellano, y para entenderse lo hacen por señas o usan traductores.
El zapoteco en Juchitán, según datos del Censo INEGI 2010 va en decadencia, de una población total de 90 mil habitantes, cerca del 50 por ciento, es decir unos 45 mil lo hablan y son personas adultas de 35 años en adelante.
El mercado, espacio público donde se revitaliza el zapoteco
Pasando el medio día Virginia llena con tortillas su canasto de palma y se va al mercado, en el trayecto va saludando en zapoteco a sus vecinas y vendiendo, y cuando se le hace tarde aborda el mototaxi y llega más rápido al parque central en donde se ha ubicado el mercado publico de Juchitán después del terremoto.
El mercado de Juchitán es uno de los sitios públicos donde el zapoteco ha florecido, las vendedoras que la mayoría son adultas realizan trueques, venden y hasta echan risa presumiendo su lengua materna.
Ellas rápidamente se dan cuenta cuando una persona no habla zapoteco por que inmediatamente pregunta precios en castellano, ah pero si una de ellas trata de engañarlas usando el castellano cuando sabe hablar el zapoteco de inmediato suelta un “jejey” y de inmediato pronuncian en zapoteco “no me engañes, si eres una hermana nuestra”.
De acuerdo a una encuesta realizada en el Facebook sobre como las personas aprendieron a comunicarse en lengua materna, de inmediato salió a relucir el mercado y efectivamente así lo confirma el lingüista y etnohistoriador Víctor Cata quien señala que el mercado es catalogado en Juchitán y pueblos del Istmo como un espacio femenino.
Víctor Cata explica que fue a mediados del siglo XIX que México como país adoptó la política publica de desaparecer a las lenguas indígenas por considerarlas como “dialectos que hacían más ignorante y tontos a la población hablante”.
“Ahora se lucha contra esa política del Siglo XIX que borró a muchas lenguas de México, por fortuna tenemos todavía hablantes del zapoteco y las mujeres ocupan un lugar muy importante, en especial las abuelas porque ellas son transmisoras de las palabras, de los cantos, de los chistes y de una serie de signos que dulcemente conquistaba nuestro corazón y mente”, indicó.
Resalto que son las mujeres es decir “abuelas, mamás y tías” quienes son consideradas transmisoras de la lengua materna el zapoteco y recordó que a través de cantos de cuna y consejos de cómo enfrentar la vida que los hablantes heredaron esta forma de comunicación.
“La belleza del mundo es que hay matices, nosotros los zapotecos somos una de ellas, la mejor escuela para aprender un idioma y una lengua son las casas, los hogares, por eso celebro mucho la presencia de la mujer en especial de las abuelas que son las educadoras, las continuadoras de la tradición del mantenimiento de la lengua”, dijo.
El historiador quién actualmente realiza trabajos de investigación filológica con los abuelos zapotecas para recabar información sobre los sonidos y palabras informó que además de Juchitán, los pueblos como Santa María Xadani y Llano Grande conocido como (Guidxi Roo) son los que han conservado más su lengua, pues sus niños y niñas lo hablan fluido que inclusive cantan y hacen rimas y chistes con el zapoteco.
“Me estoy metiendo a documentar sermones y todo lo que los ancianos digan, es un registro del idioma zapoteco el que estoy haciendo además de dar conferencias y promover la lengua a través de un espacio digital, estoy haciendo uso de la tecnología a favor de las lenguas indígenas y eso es maravilloso”, señaló.
Cata quién junto con Natalia Toledo impulsaron el taller en zapoteco “El camino de la iguana” finalmente agregó que algo se tiene que hacer para seguir promoviendo el zapoteco y las otras lenguas del país, porque además de las dependencias como INALI o el INAH es la misma sociedad que debe contribuir a sus rescates.
“No queremos que la historia solo quede en los museos, la queremos viva y una de ellas es el idioma, porque gracias a las lenguas indígenas hay poetas, textos y libros en zapoteco y mucha gente quiere conservarlo, como les digo nuestra casa es la mejor escuela y las principales transmisoras son las abuelas, madres y tías”, concluyó.
Diana Manzo / Agencia de Noticias Istmopress