“Yo no sabía que como mujer tenía derechos”: Adriana, sobreviviente de un feminicidio en Oaxaca
#Oaxaca 07 Mar (#Istmopress) – Adriana de 26 años es sobreviviente de feminicidio. Hace 7 meses, en julio del 2022, su esposo le arrojó a ella y a sus dos hijos plaguicida- un ácido tóxico que se usa para cultivos- , dejándoles heridas en sus ojos que todavía no se curan, también la golpeó y quemó sus pertenencias y vivienda, como pudo huyó y llegó a un refugio para mujeres en Oaxaca, en donde supo que tenía derecho a vivir una vida libre de violencias.
Oaxaca se ha convertido en un estado peligroso para ser mujer, en lo que va del 2023, 28 oaxaqueñas han sido asesinadas y hay 33 fichas de búsqueda de mujeres y niñas desaparecidas.
Las colectivas y feministas han señalado que es urgente detener esta violencia que tiene a Oaxaca en el deshonroso primer lugar con 12 feminicidios, de acuerdo con el reporte de enero 2023, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
“Yo no sabía que como mujer tenía derechos, cuando llegué al refugio me lo enseñaron”, cuenta Adriana mientras borda un huipil color morado que venderá para obtener dinero y criar a sus hijos, que es su mayor anhelo de vida.
En el 2004, nació el refugio para mujeres “China Yodo”, ubicado en el Istmo de Tehuantepec, cuya misión es salvar vidas de mujeres, hijas e hijos que son víctimas de feminicidios.
Suspira y habla de su historia antes de llegar al refugio. “Yo viví tres años con mi pareja que era más grande que yo, y todos los días viví violencia, tenía la esperanza de que iba a cambiar, bueno ,eso me decía, y yo le creía, por eso no me separaba de él, hasta que quiso matarme junto con mis dos hijos”.
El 17 de julio de 2022, Adriana y sus dos hijos vivieron lo que ella asegura ha sido lo peor de su vida; su esposo llegó y comenzó a exigirle que se levantara de la cama para que bebieran juntos la cerveza que había comprado, pero ella se negó y como respuesta comenzó a arrojarle plaguicida en todo el cuerpo, también a sus hijos y a sus pertenencias, para después prenderle fuego.
Adriana y sus hijos permanecieron tres días encerrados en su casa, con agresiones verbales y físicas, además de recibir amenazas de muerte, hasta que decidió huir y así fue como logró llegar al refugio, donde hoy ha renacido.
“Ha sido lo peor que he vivido, fueron tres días de mucho dolor y miedo, temíamos por nuestra vida y era en medio de un dolor tremendo de los ojos, hasta que me escapé, no sé ni como, pero me salí para nunca más volver”, señala.
Durante tres años Adriana solo conoció la violencia con su pareja. Ella creía que ser mujer era estar en la casa para barrer, trapear y lavar la ropa y también tener hijos; permitió los golpes y humillaciones porque creyó que era la forma de amar y querer hasta que se escapó y llegó al refugio donde aprendió a valorarse, a quererse y descubrió que hoy en día es artesana, elabora pasteles, comida y huipiles.
***La sanación***
Cada día que vive Adriana lo celebra, lo aplaude y lo disfruta. Los golpes, las agresiones y los insultos desaparecieron, hoy lo único que desea es encontrar un sitio seguro donde ir y trabajar para sus hijos, que son lo único que les importa.
“Acá, en el refugio he conocido que valgo, que soy una mujer que claro tiene errores, pero no por eso me rechazan, al contrario, me enseñan y aprendo, acá descubrí que tengo derechos, que lo que viví se llama violencia, yo no sabía reconocerlo, porque yo confiaba que mi esposo iba a cambiar”.
Plena y segura, Adriana ha aprendido diversos oficios para su sobrevivencia, además de tejer huipiles, también elabora panes y pasteles y se dedica a vender antojitos.
“El refugio es inspiración, digo, no es bonito estar encerrada por el miedo a que te van a matar, pero acá me enseñaron a valorarme, a creer en mi, a romper esos miedos que antes tenía, porque lo único que escuche casi mil días fue que soy una mujer que no sirve para nada, y eso no es verdad, soy una mujer que valgo mucho”, agregó.
Adriana recomendó a las mujeres no permitir ninguna forma de violencia, y pedir ayuda.
“Si pedimos ayuda podemos salvarnos, así me pasó a mi, que pensaba que estaba sola, pero llegar al refugio y ver a tantas mujeres que están dispuestas a escucharnos, queremos y apoyarnos, me demuestra que vale la pena vivir”, recalcó.
***Urgen mecanismos de coordinación para detener la violencia cruel contra mujeres ***
“Las mujeres no somos estadísticas, lo que urge son mecanismos coordinados con las autoridades para detener la violencia cruel” recalcó Rogelia González Luis, defensora de mujeres y fundadora del refugio para mujeres.
La defensora zapoteca reconoció que actualmente la violencia contra las mujeres muestran expresiones mucho más crueles, uno de los casos es el de Adriana, quién todavía vive con las secuelas de la violencia.
Dijo que desde los ministerios públicos, jueces y abogados debe estar la sensibilización y capacitación, por eso es importante la vinculación con las autoridades para que desde las escuelas se haga conciencia, se le diga al niño a la niña del respeto, de sus derechos y de sus obligaciones.
El refugio está rebasado de su capacidad, actualmente hay 10 mujeres con sus hijas e hijos, el incremento se dió aun más con la pandemia, donde los indices de violencia extrema aumentaron.
“Las mujeres que llegan al refugio sanan, porque ese es la idea, que cuando salgan sean mujeres empoderarlas, seguridad y que tengan paz, así deberíamos de vivir todas”, agregó.
De enero a marzo, el refugio opera sin recursos, pero la atención no se detiene, pues la federación los asigna hasta abril, por lo que la defensora recalcó que es urgente activar mecanismos, vínculos y trabajo coordinado, solo así se podrá atender la violencia contra las mujeres, que desafortunadamente ya echó raíz en Oaxaca.
Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress