“Nos han devuelto la confianza: mujeres de Totonundoo creen en Claudia”

Crónica de un viaje relámpago de la Mixteca al ombligo de México.

Por Ita del Cielo

Ciudad de México, 3 de octubre 2024

Lo que debía ser un viaje de siete se convirtió en una travesía de trece horas, cuando el autobús que llevaba a una treintena de hombres y mujeres de Tlaxiaco hacia la Ciudad de México se averió a medianoche, en el frío de Nochixtlán. Compartían la misma ilusión: presenciar la toma de protesta de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en asumir la presidencia del país.

‘¿En qué lío nos metimos ahora?’, se preguntaban algunos, varados en la oscuridad. Venían de Totonundoo, población de apenas 204 habitantes, en el municipio de San Martín Huamelulpan, enclavada en la Mixteca Alta, en esta región, según el Consejo Nacional de Población, el 78 % de los municipios enfrentan un alto grado de marginación y presenta alta intensidad migratoria México-Estados Unidos.

Travesía

Por un instante, la emoción de presenciar ese ‘momento histórico’ se diluyó,  parecía que el viaje a Tenochtitlán terminaría ahí. Se hizo la consulta: ¿regresar a casa o encontrar otro autobús? Y es que ausentarse de la comunidad por 24 horas ya era bastante esfuerzo. Antes de partir, se aseguraron de alimentar bien a sus animales, delegar los asuntos de la agencia municipal, preparar tortillas o dejar listo el nixtamal, organizar el cuidado de las infancias, de las personas con discapacidad, o bien, como en esta ocasión, viajar con ellas. Al final, el deseo de apersonarse prevaleció y, al amanecer, llegó un segundo autobús para continuar el camino.

El futuro no espera

Por fin entramos al monstruo CDMX. Hábiles en el arte de organizarse, las personas coordinadoras ofrecieron cemitas rellenas de queso, plátanos y agua, una delicia después de tantas horas en la carretera. Mientras las pantallas de algunos puestos callejeros sintonizaban el discurso de la nueva presidenta en el Congreso, el contingente campesino avanzaba a prisa por la Avenida Zaragoza, cruzando semáforos en rojo como si el futuro no pudiera esperar. Al pasar por San Lázaro, policías cortaron el paso del contingente ‘por órdenes superiores’, dividiendo al grupo y causando extravíos temporales. Bienvenida nada grata.

Al llegar al Zócalo, la expectativa era muy grande, muchas personas habían recorrido cientos de kilómetros para llegar a la plancha, territorio que prácticamente ya se encontraba parcelado por tribus, gremios, corporativos, sectores, clanes, quienes cuidaban celosamente su pedacito de plaza pública. Las banderas partidistas estorbaban, aquel mar de gente se arremolinaba para tener la esperanza de mirar de cerca a quien asumiría el poder. Gente del ¨interior del país¨, aprovechaba para hacerse de algún souvenir que circulaba en forma de peluches, tazas, cobijas, llaveros, alcancías con la figura de Claudia y de su predecesor López Obrador.

Redes de apoyo

Más allá de la hostilidad de los desconocidos en la gran ciudad, gestos amables se vivieron esa tarde, cuando las redes de apoyo de amistades y ciudadanos de ¨Toto¨ que radican en la Ciudad de México, llevaron alimentos y bebidas para sus paisanos. Mientras una banda de mujeres de Santa María Tlahuitoltepec tocaba de fondo, conversé con la señora Amalia Martínez, quien vive en la delegación Tláhuac: ¨Nuestro pueblo es muy unido como cuando se quemó el  bosque, todos ayudaron, aunque vivimos aquí, participamos, apoyamos a las mayordomías. Hoy también vinimos para ver las calendas¨, confiesa.

Cheque en blanco de esperanza

Momentos antes de comenzar el ritual de las 4 de la tarde, hablé con Mariana Santiago, ingeniera mecatrónica y residente de Totonundoo. Al preguntarle qué esperaba de Claudia, respondió: “Como hasta ahora, que nos apoye. Somos gente trabajadora, solo necesitamos empleos”. Mientras una danza hñahñu (otomí) se proyectaba en pantalla, Mariana compartió que se ve obligada a desplazarse de su comunidad de forma intermitente para encontrar trabajo en Puebla o en la Ciudad de México. “También espero que, al ser mujer, ella apoye más a las mujeres”, afirma convencida.

El ritual de la entrega del bastón de mando comenzó con el saludo a los cuatro puntos cardinales. Un nudo de emociones conmovía a las mujeres a mi alrededor. Le pregunté a la señora Margarita José Santiago, oaxaqueña de Valles centrales quien no podía ocultar las lágrimas de alegría ¨es la primera vez que vengo a un evento de estos y tengo mucha confianza y siento muy bonito, ella es la voz de nosotras¨. Me cuenta que hasta hace unos años, no podían participar en las reuniones del municipio: ¨estaba prohibido, se burlaban¨, para Margarita representa un acto de justicia simbólica, aunque ella no se asume como la protagonista principal: ¨espero que siga luchando para nosotras¨. 

Esa tarde, las frases más repetidas fueron: “¡Llegamos todas!” y “¡No más racismo, clasismo, machismo!”. Pese a mi escepticismo y crítica a las mujeres colonizantes y alineadas al poder, me dejaba conmover por las palabras de las abuelas que limpiaban a Claudia durante el ritual, ¨pedimos por fuerza, amor, compromiso, entereza, humildad, diálogo¨. Me preguntaba que significaba ese momento ¿Es sólo propaganda nacionalista colonial, una apropiación del Estado de las ritualidades sagradas con perspectiva de género, o una sincera esperanza que las abuelas le ofrecen a la Doctora en Ciencias?. Quizá todo ello en conjunto, contradictorio, instrumentalizado.

La dicha de poder confiar

Mientras Sheinbaum todavía leía sus 100 puntos de gobierno, las mujeres, hombres, infancias, personas mayores y con discapacidad de la agencia municipal de Totonundoo, aguardaban agrupadas ya lejos de la multitud. Lucían cansados pero a la vez satisfechos, como Leonel Santiago, agente municipal suplente que a la vez forma parte del Programa Sembrando Vida, luego de una trayectoria laboral atravesada por la migración expresa tener ¨la dicha de volver confiar en que podía quedarme en mi país sin tener que salir nuevamente, no hubo necesidad en pensar en volver a ausentarme, la gente está más tranquila¨. Ante la incertidumbre de la continuación del Programa, es optimista ¨el beneficio te ayuda a solventar parte de tus necesidades, la intención es ser autosuficiente, pero si no muestras interés, no te involucras, no habrá frutos, finalmente es una experiencia donde depende mucho del interés que uno tenga, depende de nosotros que continuemos en el Programa¨, afirma.

De regreso a la región, ya en la madrugada un nuevo  día de actividades, revisar los árboles, la milpa, cuidar los animales, preparar los alimentos y ocuparse de los asuntos que dan vida a la cotidianeidad. El trabajo comunitario y el amanecer no esperan. 

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