Ibrain y su perro Niko llegaron a Oaxaca tras sobrevivir a un secuestro: “No podemos creer que México sea tan peligroso”

#Oaxaca 17 Jul (#Istmopress) – Ibrain es venezolano y tiene 23 años de edad. El joven alto y delgado viaja con Niko, un perro que adoptó hace cuatro años en Perú. Hace dos meses emprendió el sueño americano para ayudar a solventar los gastos económicos de la enfermedad de su madre; el joven no imaginó que México fuera tan peligroso, pues a pocos días de cruzar la frontera sur, fue secuestrado junto con su perro y liberado días después sin un solo centavo.

“Fue un secuestro muy feo, que ya no quiero recordar, lo que nunca imaginamos es que México fuera tan peligroso, inclusive me atrevo a decir que es más que el Darién, por fortuna ya vamos avanzando”, expresó el joven migrante.

Junto con su perro han viajado miles de kilómetros. Niko trae todas las vacunas, es juguetón y se llevan bien con todas las personas.

A través de las redes sociales, Ibrain invitó a colaborar con Niko pidiendo ayuda para empleo y para sus croquetas, y aunque muchas personas le han ofrecido ayuda, realmente ha sido poca quién o quienes colaboran.

“Mucha gente nos dice y nos pregunta dónde estamos, y le decimos que en el centro de Oaxaca, pero nunca llegan, ojalá nos puedan ayudar para seguir manteniéndonos, pues migrar no es nada fácil, la vida se nos va luchando por una mejor vida”, señaló.

Niko es un perro de color blanco y café, es tierno y amoroso, se deja abrazar y querer. Además es alto y bonachón, mide 70 centímetros por 90 de ancho.

“Dejé a Niko con mi mamá, con la idea de migrar solo, pero al paso de los días y preguntar como iba, me decían que no quería comer, que estaba muy triste, y tuve que devolverme, le puse la correa y mira, ya estamos en México, acá en Oaxaca con las ganas de continuar nuestra travesía”, explicó.

Además de Niko, también viaja con otro amigo y juntos desean seguir su camino, pero los ha detenido la falta de dinero, porque después del secuestro, no les quedó un solo peso para seguir su añorado sueño americano.

Salir de Venezuela y dejar a su mamá enferma es una de sus preocupaciones, pero le ocupa más su cura, por eso, desea avanzar lo más rápido posible y llegar a la frontera mexicana y posteriormente a territorio estadounidense.

“Dirán muchos que es una locura migrar, pero es lo que hay” asegura el joven dueño del pastor belga y millinois, que buscan llegar a Estados Unidos y trabajar para enviarle dinero a su mamá que vive con una enfermedad crónico-degenerativo.

Ahora, lo que busca es trabajar, conseguir dinero y seguir su camino. “Vamos a seguirle, nada nos detendrá, no ha sido lo mejor encontrado acá en México, pero la gente es buena, y eso nos alienta a seguir, estoy contento con Niko, la meta es que lleguemos juntos y mi mamá pueda mejorar su salud”.

De acuerdo con autoridades estatales y federales, todos los días ingresan entre 800 y mil 200 personas migrantes de al menos 10 nacionalidades al territorio oaxaqueño por la frontera sur con Chiapas.

En la terminal de primera clase, la empresa Autobuses de Oriente ADO les vende los boletos, sin embargo, en un retén ubicado a 100 kilómetros, personal del INM los asegura y los descuente de las unidades, no se sabe si los deporta a sus países o solamente los regresa a la frontera sur entre Chiapas y Guatemala.

“Nos bajan y nos dicen que no podemos seguir, eso es un abuso y barbarie entre la empresa de transportes y migración, a nosotros nos cuesta juntar semanas y muchos días el pasaje y no es justo, que nos bajen y nos deporten, a mi ya me lo hicieron en dos ocasiones” denunció Angela de 25 años, originario de Venezuela que viaja con sus dos hijas menores de edad.

La mujer caminó casi 100 kilómetros hasta llegar a la Capital de Oaxaca, donde espera conseguir dinero para seguir su camino. Así como Ibrain y Niko, ella y sus hijos ansían llegar a la Ciudad de México, para después abordar trenes y llegar a ciudades de la frontera norte con Estados Unidos como son Coahuila, Chihuahua, y Tijuana.

Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress

Fotos: Ibrain y Diana Manzo

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