Cada quién su río / VíctorFuentes
En el jardín de Claude Monet, uno encuentra en la luz, plenitud, y en los sauces llores aliado, él los trató como una musa, razón misma del cuadro. Cada vez que veo un sauce llorón, me remito a los cientos de cuadros pintados por este impresionista, captador de luz, de matices destellantes.
Viajé hace ya buen tiempo por la carretera Oaxaca- Puerto Escondido, en un paraje después de Sola de Vaga, para ir a una población llamada los Limones, pueblo de la Mixteca. En un entronque nos internamos a la montaña, rodeamos un río cristalino, mis ojos se llenaron de verdor, todo brillaba como un espejo desde la ventanilla del auto prestado en el que viajábamos.
Después de un buen trecho y a fuerza de escalar con nuestros pesados bultos, el automóvil no pudo más, se sobre calentó, la puerta delantera no podía abrirse, el asiento trasero estaba en llamas.
Como pudimos salimos disparados, gran alivio, solo así llegamos al río cristalino, el agua estaba exquisitamente refrescante, bebimos y nos despojamos de nuestras ropas, aliviamos el susto, el auto dejóde quemarse, y nuestras pertenecías botadas y desperdigadas.
Anochecía y a lo lejos, una camioneta venia por nosotros, mientras me despedía de los sauces llorones, permanecí no sé cuántas horas con los pies en la corriente, producía una música relajante, dormí largo rato sin sacar los pies del río.
Esa fue la única vez que he permanecido con la mayor cantidad de horas con los pies mojados, y refrescados. Sentí que el río era solo para mí. Cuando desperté recorrí un largo tramo siguiendo el serpenteo de la ribera, y las raíces de los sauces succionaban el agua creando figuras caprichosas, cada choque con la corriente hacia cambiar el tono rosa de las raíces, un vino, un marrón, un bermellón alimentaba mi vista.
Vinieron por nosotros, los señores enchamarrados, unos eran del comité de padres y los otros trabajaban para la Agencia Municipal. Debíamos presentarnos para ofrecer los talleres de “Fomento a la lectura y escritura”, todo dirigido a los docentes de esa Zona Escolar. Era necesario llegar con nuestras cargas, los libros debían estar en manos de los maestros y los niños. Ese era nuestro penúltimo viaje, en el otro sería ya la realización de la “Feria de los libros y sus lectores”, que la UPN y la Jefatura del Sector Escolar 06. Realizaba para las comunidades más apartadas de Oaxaca.
Todavía recuerdo el verdor delos sauces, el sonido del agua y el vaivén delas ramas delicadas, el olor está presente aun en mi nariz, y mientras metía mis pies al agua, recordé que los sauces nos acompañan en las fiestas del istmo, en las bodas, o en los días de los altares para el biguie’.
Mi relación con los árboles aparte del sauce, es armónica. Pasar por la siembra del árbol, cuidarlo, verlo crecer, recrearme con su ciclo, ver nacer sus tiernas hojas, verlas caer, y esperar sus primeros frutos después de un lustro, recuperar esos frutos, y al no poder acopiar todos, me generó la sensación de tener un compromiso con el árbol, amarlo, hasta el grado de conversar mis alegrías y penas a oscuras con él.
Jamás pasaría por mis intenciones, talar un solo árbol, el día que sucedió, sentía que el patio de la casa se ahogaba en el vacío, retiramos las ramasinfectadas y el framboyán, seguía a prisa enfermo, sacaba desde sus entrañas un líquido blanquizco, que al contacto con el aire se volvía efervescente. Luego se solidificaba y manaba una savia negra, muy negra.
No nos quedó de otra que talarlo, ese día lloviznó, enseguida un viento revoloteó todas las virutas amarillas manchadas de un negro carbón. Respiré y tapié mis oídos, todos me reprocharon esta acción, presionando mi posesión de conservador del ambiente, cuestionaron mi actitud y me hacían sentir un miserable.
Acepté todos sus reproches y no encontré palabras de consuelo para mí, ni me atormenté. Sólo mi corazón sabe qué tan grave fue tomar esta última decisión. Con todo ello en mi cabeza, con toda esta tormenta, me acerquéal río hace unos días, fue el domingo 30 del año 2017.
Caminé en compañía de un amigo, mi asombro no pudo contenerse de la rabia a la ira, del dolor a la tristeza, de la angustia al sosiego. Solo han pasado estos días, y hasta ahora aun mantengo el coraje. Acudí con el director de ecología del pueblo, de este ayuntamiento(2017 – 2018).
Lo encontré en su cubículo, después de andar por todas las oficinas desperdigadas de esta administración, sentado en una silla de madera plegable y su mesa de un metro por un metro, sobre ella, mantenía dos libretas y un libro que cerró para escucharme.
Le mostré dos delas fotografías considero muestra el mejor ángulo (queno debía ser) de cómo los organizadores delas jornadas de limpieza del río, han realizado, una tala descomunal, que bajo un conteo rápido, asciende a 200 árboles, en su mayoría los sauces llorones, aparte de quemarlos y aserrarlos.
Su respuesta fue pausada, dijo que iría a una inspección ocular, y eso, me puso en cólera, cómo una inspección,lo entendí como una insinuación directa, que pone en entredicho la acusación, mi reporte, mi denuncia.
Fue el lunes, y hoy es jueves 6 de abril del año 2017. No se me ha remitido ningún aviso, no séqué ha ocurrido, mientras estaremos pendientes de lo que este grupode limpiadores realice este domingo próximo, en su llamada jornadas delimpieza. Esperamos, atentos.