El bailarín Jesús Ramírez, en Juchitán/ Jorge Magariño
Este es un sueño que cumplo hoy, era para mí un sueño presentarme en mi tierra, en mi casa, que es la Casa de la cultura, dijo emocionado, casi a la orilla del llanto, Jesús Ramírez, joven juchiteco ejecutante de danza contemporánea, quien se presentó el pasado lunes en ese espacio.
La noche era fresca, como fresco era el público, conformado por adult@s, jóvenes y muchos niños y niñas. Felizmente, la mayoría de la asistencia estaba conformada por menores de doce años.
Fue un programa corto, pero que permitió mirar la capacidad técnica, que Jesús adquirió en el transcurso de su estancia en la Universidad Veracruzana, donde cursó sus estudios de licenciatura en la disciplina de que hablamos.
Los aplausos se sucedían repetidamente, incluso a media pieza. Intuyo que buena parte de los asistentes eran vecin@s, conocid@s, amistades del danzante. No vi a más que uno o dos jóvenes artistas juchitecos (l@s mayores supongo que estaban muy ocupados).
Pero acompañado por la banda infantil de música regional de Lidxiguendabiaani’, Jesús Ramírez disfrutó e hizo disfrutar, sentir, a quienes tuvieron la fortuna de acudir esa noche.
La función, además, estuvo anunciada como la oportunidad de reunir fondos para el transporte aéreo del joven artista, quien en breve viajará a España. Allá tendrá presentaciones, tomará talleres,como fruto de un premio que ganó hace no mucho tiempo, que no incluye el boleto de avión. El costo de la entrada, de la donación, anunciada por los medios, fue de treinta pesos.
Respecto de esto último, escribí en mi muro de feis dos días antes: “A cooperar con Jesús, autoridades, legisladores, paisan@s. No se hagan pat@s!”. Y sí, a los primeros les salieron alas e hicieron cuaccuac. Ni modo.
Jorge Magariño