Xadani en dos clavados / Por Jorge Magariño

I

La tarde se llena con las últimas luces del día, el camino al estero de este pueblo se mira con poco tráfico y el polvo no deja de anunciarnos que la pavimentación de esta ruta que termina en la Colonia Álvaro Obregón está muy lejos de llegar a ser una realidad. La terracería sigue siendo el único destino para esta gente tan dejada de la mano de dios, tan cercana a políticos corruptos que solo piensan en el presupuesto municipal como un pastel a repartir (si es que a políticos llegan, pasteleros de pensamiento, rapaces del porvenir).

 

Cuando el vehículo se detiene, a un lado del viejo caulote, cerca de la añeja palmera que produce unos frutos cuyo nombre zapoteco traducido a la castilla quiere decir “maíz de palmera”, cuando se detiene –decía- se puede mirar a unas diez pequeñas figuras chapoteando, lanzándose de cabeza hacia el estanque de aguas medianamente claras a esta hora. Ríen felices, mientras papá y mamá prueban las botanas preparadas en casa, con religioso esmero, para acompañar la amarga bebida celebratoria.

 

Hace apenas un par de años sobrenadaban en el estero algunos patos pishishis, alguna gaviota de la mar cercana paseaba su extravío por estos rumbos, pero las escasísimas lluvias han provocado que el nivel de esta poza y el canal que la alimenta descienda. La Semana santa, a la vuelta de la esquina, no contará-seguramente- con la gran verbena de los periodos anteriores.

 

Pero entre tanto, la dueña de la refresquería instalada para el inicio de la cuaresma ha mandado cortar un gran racimo de flor de palmera, olorosa, llena de pequeños botones, como una ofrenda untuosa para que la clientela llegue y consuma lo apropiado, lo que ayudará  para mejorar un poco estos días de crisis recurrente. Se santigua la doña y pide al Creador su bendición para las jornadas que vienen.

 

En otra mesa platican acerca del administrador municipal, que presuntamente asume las tareas de responsable en el palacio, aunque ni administre ni acuda al palacio ni para un carajo; pero eso sí, se pone de acuerdo con los pasteleros antedichos para echarse unos pesos a la bolsa y hacer como que algo hacen en la comunidad para merecer tales dineros. Pero no, tan solo orquestan golpes bajos, mandan a un pelele a dirigir la quema de lo que será la oficina electoral, desde donde se han de coordinar los trabajos de una elección extraordinaria que se ha fijado para un cuatro de junio que viene lento. Y el pelele cumple su encargo, aunque días después se reabra tal oficina.

 

(Permanece en la memoria de la gente una foto que circuló hace poco, justo el día en que iniciaron estos días de guardar, donde se podía ver al cínico administrador, sonriente entre las figuras de unas espléndidas jóvenes, danzantes de las carnestolendas veracruzanas. Y la sonrisa tenía forma de rebanada de pastel,  a fe mía que sí.)

 

La oscuridad comienza a tejer sus hilos alrededor de la tarde. La humedad salina deja caer su delgada cortina en este paraje, los chaquistes rondan en una ceremonia que termina en el altar de la piel de los paseantes, aunque no pocos encuentren ahí mismo su fin, bajo las rápidas palmas de tales personas.

 

Se recogen los pocos enseres, las sillas. Se retiran.

II

 

El Sábado de gloria era fecha que provocaba una intensa romería hacia el estero. Decenas de autos, no pocos mototaxis y algunos ciclistas se trasladaban a éste que era un oasis de frescura, para delicia de niñas y niños, sobre todo; aunque no faltaba adulto que ya con media estocada entre pecho y espalda dejaba caer su humanidad en el natural estanque.

 

Centenares de personas se instalaban en el lugar, buscaban alguna sombra o se instalaban bajo la enramada que ofrecedoras de servicios hidráulicos preparaban para el caso. Desde temprana hora los espacios sombreados se agotaban, las mesas se ocupaban y el pagano homenaje al sacrificio del Señor permanecía pleno de sonidos, de voces, música, palabras dichas en la lengua antigua de los zapotecas.

 

Ahora el escenario es distinto. Acaso la malhadada sequía, al bajar el nivel de las aguas, tuvo su qué ver; acaso la disminución de los ahorros familiares no permitió destinar una pequeña partida para el jolgorio; o tal vez la apertura de un balneario, un par de albercas ubicadas a medio camino entre Xadani y el estero, dio como resultado que la gente enfilara el rumbo hacia la novedad.

 

El asunto es que la mayoría de las mesas preparadas por don Pilo, están sin ocupar; por más que los muchachos del grupo musical “Los carnales”, venidos de Álvaro Obregón, ofrezcan lo mejor de su repertorio desde el entarimado; o que la botana esté en su punto ahí en los diversos puestos establecidos para el caso. Aunque -justo es decirlo- en el local de Gabi se nota buen consumo, lo mismo que en el de Victoria, situado a un lado del camino.

 

Aquí, en el deambular por entre la gente se oyen comentarios diversos. Que si los pasteleros andan que no los calienta ni este sol de por sí quemante, pues al parecer el proceso electoral siguen viento en popa; que si la pastelera mayor puso a circular por el wattsap un documento falso en el cual firman varios periodistas juchitecos, en dicho papel se anota que José Nieto recibió una amenaza y su cuenta de redes sociales fue estropeada por gente del candidato a derrotar, el presunto enemigo de las y los pasteleros, el que les quiere quitar el pan(¿el pastel?) de la boca y que cuenta con el respaldo de la mayoría del pueblo, según se pudo constatar en las elecciones primarias, saboteadas por seguidores y seguidoras del reino de los pasteles por rebanar.

 

(Y de dónde salió lo de “pasteleros”, pregunta el de junto. Sencillo. Una vez nombrado aquel que finge como administrador -que ya fue platicado-, se reunieron con él los cuatro que participaron en los comicios invalidados, lo mismo que la abanderada de Morena, como inicio de pláticas para definir la ruta a seguir. Ahí, la señora soltó a bocajarro: “nosotros venimos a ver cómo nos repartimos el pastel”. Hablaba, claro, de empleos, de cargos, lo mismo que de los dineros del pueblo. Tal expresión pastelera consta en una grabación.)

 

También se comenta que si la “renuncia” del Secretario General de Gobierno, de apellido Avilés, perjudicará las ambiciones del carnavalesco muchacho ya citado y los amantes de la repostería. Se dice más: que si el reciente acuerdo del Congreso, donde se habla de que desaparece la figura de Administrador y se da paso a la de Comisionados municipales por sesenta días, dará como resultado que el socio de las rebanadas se vaya de esta humilde localidad.

 

Se les está quemando el pastel.

 

Entre tanto, la tarde comienza teñirse de oscuridad en el estero. “Los carnales” entonan sus canciones, mientras que en la rocola de Victoria suena un viejo tango: “adiós muchachos, compañeros de mi vida”.

 

Santa María Xadani. Semana santa del 2017.

 

 

 

 

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